Tras Santa
Cristina y Santiago, hoy era el santo de las Anas y los Joaquines. Mi
felicitación a tod@s vosotr@s. Jornada de reuniones internas con vistas a la
próxima temporada. Tiempo de transición prevacacional, de planificación con
vistas a después del verano.
JAM
reivindica el término “capital”, que considera (con razón) absorbido por la
economía, sea Marx o Piketty. “No todo emprendedor es empresario”. Empresa es
un término tardío (de 1611 en castellano) que en su origen significaba
aventura, acción que implicaba riesgo. Para Ana María Castillo y un servidor,
por ejemplo, un empresario es un emprendedor que ha conseguido que su “aventura”
dure al menos tres años (‘Nuevo Management para dummies’). Como sabes (datos de
Start Up Spain), el 90% se queda en la cuneta al primer año: se sienten
“presos” de un proyecto, pero no culminan la aventura deseada.
Pero
volvamos a “Capital” (del latín “caput”, cabeza). Para Marina, es “conjunto de
recursos acumulados que amplían las posibilidades de acción o de producción de
un individuo o de una colectividad”. Y entonces “Recurso” es “aquello a lo que
puedo acudir para resolver un problema o realizar un proyecto, y que por eso considero un bien”. Me
gustan ambas definiciones. En los talleres de Desarrollo del Liderazgo, much@s
ejecutiv@s quieren “llevarse” herramientas (metáfora fabril) y un servidor
prefiere que se lleven “recursos” (términos hurtado de la dirección teatral).
Sí, recursos ¡Vaya, llevamos tiempo
diciendo que los humanos “no somos recursos”, y ahora resulta que las personas
más valiosas son generosamente un gran recurso para las demás! Da para todo un
debate.
Por ello,
volviendo a José Antonio Marina, se habla de “Capital Humano”, de “Capital
Intelectual”, de “Capital Simbólico” (Bourdieu), de “Capital institucional”
(Douglas North), incluso de “Capital espiritual” (se atreve el autor). Mediante
la acumulación (no necesariamente aritmética) de recursos, el capital aumenta
sus posibilidades de acción. Las instituciones son recursos. Las competencias
son recursos psicológicos (y de ahí el interés de la Psicología Positiva en
estos casi 20 años por reforzarlas).
Si
“Capital” no ha triunfado, ¿por qué el ingenioso Marina no nos propone otra?
Porque confiesa que no la ha encontrado. Disciplina proviene de “discere”,
aprender. Autoridad, de la “auctoritas”, aumentar la función tutelar. Y no se
anima a inventarse otra nueva.
Un
sociedad, sostiene Marina, crea un capital cultural (progreso social) más o
menos alto, y lo reparte mediante la educación. Para JAM (y, modestamente, para
un servidor desde el talento) hay culturas triunfantes y culturas fracasadas
(como hay organizaciones triunfantes, que liberan y elevan el talento, y
fracasadas, que lo desprecian y deprecian). Las nazis o las soviéticas son buen
ejemplo de este desastre.
En el
feudalismo, que duró 1.000 años, seguramente los padres (los que podían)
deberían preocuparse de dejar “tierras” a sus sucesores. En el capitalismo, que
ha durado 500 años, los progenitores han tratado de dejar “capital económico” a
sus hijos, en forma de pisos o de dinero. En el talentismo, que nos durará unos
250 años (hasta el 2267, más o menos, si el planeta aguanta), los padres
debemos dejar “capital educativo” a nuestros vástagos, empezando por su
“aprendibilidad” (learnability). ¿Y eso cómo? Entre otras cosas, formando parte
de la tribu de la Universidad de Padres. Un gran proyecto por el que siempre te
estaremos agadecid@s, José Antonio.
Y si te
quedan ganas de más, te recomiendo ‘Un país de aprendices’, el artículo que
Marina publicó la semana pasada, el Día Internacional de Liderazgo, también en
El Confidencial: www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2017-07-18/pais-aprendices-jose-antonio-marina_1416768/
Carol Dweck (mentalidad de crecimiento), David Yeager (país de "learners"),
Joseph Stigliz (sociedad de aprendizaje). Frente a la “mentalidad de opositor”,
la voluntad de aprender. Aprendibilidad basada en la curiosidad, en la
comprobación de avances, en el sentimiento de autoeficacia (Bandura). España ya
perdió el tren de la ilustración y de la industrialización; no puede perder
este del aprendizaje. Y seguro que no lo vamos a perder. “Para colaborar al advenimiento
de la sociedad del aprendizaje, nuestros políticos también tienen que adquirir
una pasión por aprender”. En este cambio de época, ganarán aquellos que sepan
aprender más y más rápido, por pura selección natural.
Etiquetas: Aprendizaje, Educación, Liderazgo, Talento