¡Camaradas!, desde Lenin a hoy, por Javier Fernández Aguado


Miércoles en Madrid, de preparación de presentaciones (a lo largo de las dos próximas semanas en Alicante, Barcelona, Girona, Lorca, Santander, Valencia, Zaragoza, etc), de propuestas y reuniones comerciales. Almuerzo entre amigos en Casa Julián (una carne maravillosa) y cena estratégica. Un gran comienzo de enero.
He estado leyendo ‘¡Camaradas!, de Lenin a hoy’, de Javier Fernández Aguado. Nuestro amigo Javier, considerado “el arqueólogo del management” (Francisco Alcaide), ha escrito sobre la gestión de los faraones, en la Grecia clásica, del imperio romano, del Temple y de Hitler. En este caso, analiza el desarrollo del comunismo desde hace un siglo (la Revolución Rusa) hasta nuestros días. Lenin fue el primero que intentó promover una sociedad comunista. Tras él, Stalin, Trotsky, Mao, Allende, el Che, Fidel Castro, Carrillo, la Pasionaria, etc.
Vladimir Iliach Ulianov (Lenin), desde la revolución bolchevique, prometió pan, paz y tierra, y como nos cuenta el autor, entregó sufrimiento, discordia, hambre y pobreza. Lenin ordenó más asesinatos en seis meses que los zares en los 80 años anteriores.
La ejecución es el 90% de la estrategia. De la utopía de Marx a resultados muy poco positivos. Javier Fernández Aguado cita a Kerénski en 1932: “Nos aconsejáis imitar a la Revolución francesa de 1792. Queréis arrastrarnos a una desorganización completa del país. Cuando, con el apoyo de la reacción, hayáis conseguido destruirnos, ¡habréis preparado el espacio para un dictador!”. Las revoluciones como conmociones anarquistas que desmantelan un modelo de Estado para implantar otro, si cabe más burocrática. En este sentido, me parece ineludible leer ‘Rebelión en la granja’ de George Orwell.
Lenin y Stalin aniquilaron a la dinastía de los Romanov (muy tocada en el año 17), sino a todo el sistema de partidos de la época.
Javier no sólo muestra una erudición sin parangón, sino que nos anima a reflexionar desde la práctica. Es fascinante (en la política y en la empresa) cómo lo asambleario, “el colegueo”, deriva en el mesianismo, en el culto a la figura de un “líder” incuestionable, incuestionado e infalible. En realidad, esto no es liderazgo (autoridad moral) sino jefatura pura y dura.
Muchas gracias, Javier, por un libro tan interesante. Y en el momento adecuado, en este mundo híperVUCA, en el que triunfan los populismos (de izquierda y de derecha). Me apunto tu consejo a la visita del museo del terror de Budapest, que todavía no conozco.
En la revista ‘La aventura de la historia’ podemos consultar el dossier ‘1917. El año que dividió al mundo’, con la semblanza de Nicolás II, el último zar, las ideas y la acción de Lenin, Stalin como “hombre de acero” y todos los datos del asalto al palacio de invierno.
Vladimir Putin, de quien parece probado que ha hackeado (en mayor, menor o mucha mayor medida) las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos, ha recuperado la simbología zarista (como representación del Imperio) y la admiración por Stalin, y también el poderío militar, la represión a la disidencia o el pulso a Occidente.  Como explica el periodista Xavier Colás, corresponsal en Moscú, “en China los ciudadanos no votan, pero los líderes cambian. En Rusia hay elecciones, pero el líder permanece perenne”. En 2000, recibió la presidencia rusa de manos de Boris Yeltsin, y prometió un país “libre, próspero, floreciente, fuerte y civilizado”. Hoy es una nación autoritaria, más nacionalista que hace 20 años, castigada con sanciones por Occidente. Ha aprovechado la crisis de construcción de la Unión Europea y la pérdida de poder de EE UU para revitalizarse. Hoy el sistema autocrático se protege bajo un caparazón de supuesta democracia. El resultado es que las costuras del poder se ha mantenido intacta.

La canción de hoy, del último CD de Melendi, ‘Desde que estamos juntos’: www.youtube.com/watch?v=0jgVoAdNioM “No hay nada más perro que el amor/ porque muerde siempre antes que ladra”.