Viernes de
reunión con una de las principales empresas del IBEX, cuya dirección de
Recursos Humanos tiene claro que para desarrollar el Liderazgo de sus
profesionales necesita un Perfil propio, acorde con su estrategia, cultura
(actual, deseada e idónea) y valores, valoración (assesment) y coaching, con un
enfoque “inside-out” (personalización) y “outside-in” (mejores prácticas de las
mejores compañías del mundo, con el Marco de Referencia P3L), porque los clásicos
cursos de habilidades directivas presentan un retorno de la inversión próximo a
cero. Y propuestas para dos de las mayores entidades financieras de nuestro
país, de Experiencia Talento Cliente (las empresas no pueden generar una
experiencia cliente única si no tratan a sus emplead@s, a sus clientes
internos, de una forma excepcional). Mi gratitud a Araceli, Rafa, Jaime, María
José por estos proyectos y propuestas sumamente interesantes.
Realmente,
el magnate neoyorkino es una figura fascinante desde el punto de vista de la
psicología, lo que explica que muchos analistas políticos no concedieran
demasiada importancia a su candidatura. Sin duda, se trata de un tipo de
personalidad “autoritaria”. Theodore Adorno, pionero en el análisis de la
política desde la psicología, analizó lo que había pasado en su país, Alemania,
en el periodo de entreguerras. Publicó en 1950 precisamente “La personalidad
autoritaria”, sobre el III Reich.
Basándose en las teorías freudianas, el “encanto” de Hitler o Mussolini
consistía en la extrema obediencia a un jefe/líder dominante, autoritario, que
ejercía de padre y ofrecía todas las respuestas.
Las
personas autoritarias, aunque se “disfracen” de liberales, obedecen las
tradiciones sociales convencionales y se vuelven agresivas cuando alguien
pretende desviarse de los valores y normas previstas.
Un equipo
de psicólogos: Emma Onraet, Jasper Van Assche, Arne Roets, Tessa Haesevoets y Alain
Van Hiel, de la Universidad de Gante en Bélgica, acaban de compartir un estudio
que muestra que el éxito de los candidatos autoritarios puede ser consecuencia
de que muchos votantes se sienten amenazados. might be the result of a sense of feeling
threatened. El informe, que se ha publicado en la revista académica Social
Psychological and Personality Science, está inspirado en investigaciones
sobre el distrés mental causado por adversidades de la vida, para el que el
autoritarismo puede proteger psicológicamente. El autoritarismo puede
proporcionar mayores beneficios psicológicos (sentirse protegidos) a las
personas que experimentan amenazas porque les eleva su orgullo que a quienes
poseen un mayor estatus socio-económico.
En otro
estudio reciente, ‘La diferencia de Felicidad entre conservadores y liberales
en función de las amenazas en cada país: un estudio multinivel’ (The Happiness
Gap Between Conservatives and Liberals Depends on Country-Level Threat: A
Worldwide Multilevel Study) se han examinado las actitudes de izquierda y
derecha en 94 amplias muestras representativas de todo el mundo, con un total
de 137.890 personas. Los resultados muestran que en los países con mayores
amenazas, donde abunda el miedo, las personas con “actitudes de derechas”
experimentan mayor bienestar que las de izquierdas. En países con menor nivel
de amenazas, la relación es más débil o no hay relación en absoluto. Los
autores concluyen que sus hallazgos corroboran la tesis de que las actitudes
más derechistas pueden ejercer una función protectora, que ayuda a los
individuos a afrontar las amenazas. Además, el bienestar de las personas que
votan opciones derechistas suele mantenerse estable independientemente del
nivel de amenaza, en tanto que las personas de izquierdas decrecen en su
bienestar si las amenazas aumentan.
Así pues,
si el mundo se interpreta como un lugar hostil y peligroso, los discursos
populistas como el de Donald Trump fructifican.
Ciertos
psicólogos consideran que las percepciones de amenaza son consecuencia, y no
causa, de las actitudes totalitarias. En otro estudio reciente, ‘Relaciones
entre amenazas internas y externas y actitudes de extrema derecha’, Emma
Onraet, Kristof Dhont and Alain Van Hiel, también de la Universidad de Gante,
exploraron esa opción. Con una muestra de 800 personas, el estudio demostró que
altos niveles de amenaza externa se relaciones con autoritarismo de extrema
derecha, y que a su vez el discurso autoritario alimenta el miedo y las
amenazas. Se forma un círculo vicioso de miedo y relato, un ciclo de paranoia
del que es difícil salir. Así ha sido con la victoria de Trump: Donald se
llevado la voz cantante en temas polémicos, y ha movilizado a un electorado
desencantado (de blancos, poco cultivados, con trabajos escasamente remunerados
o en el desempleo, mentalidad de “macho alfa”, que se quejan de la corrupción del
establishment).
¿O no pasó
así en Europa en los años 30?
Los
rivales infravaloraron el potencial de Donald Trump para esa población. Ahora,
tal vez podamos entenderlo.
I waited 'til I saw the sun
I don't know why I didn't
come
I left you by the house of
fun
I don't know why I didn't
come
I don't know why I didn't
come
When I saw the break of day
I wished that I could fly
away
Instead of kneeling in the
sand
Catching teardrops in my
hand
My heart is drenched in
wine
But you'll be on my mind
Forever
Out across the endless sea
I would die in ecstasy
But I'll be a bag of bones
Driving down the road alone
My heart is drenched in
wine
But you'll be on my mind
Forever
Something has to make you
run
I don't know why I didn't
come
I feel as empty as a drum
I don't know why I didn't
come
I don't know why I didn't
come