Cómo explica la psicología la victoria de Trump


Viernes de reunión con una de las principales empresas del IBEX, cuya dirección de Recursos Humanos tiene claro que para desarrollar el Liderazgo de sus profesionales necesita un Perfil propio, acorde con su estrategia, cultura (actual, deseada e idónea) y valores, valoración (assesment) y coaching, con un enfoque “inside-out” (personalización) y “outside-in” (mejores prácticas de las mejores compañías del mundo, con el Marco de Referencia P3L), porque los clásicos cursos de habilidades directivas presentan un retorno de la inversión próximo a cero. Y propuestas para dos de las mayores entidades financieras de nuestro país, de Experiencia Talento Cliente (las empresas no pueden generar una experiencia cliente única si no tratan a sus emplead@s, a sus clientes internos, de una forma excepcional). Mi gratitud a Araceli, Rafa, Jaime, María José por estos proyectos y propuestas sumamente interesantes.

El mundo sigue reflexionando en torno a la imprevista victoria de Donald Trump en las presidenciales de EE UU. He estado leyendo en la web de Psychology Today un enfoque genuino y original basado en datos, de los Drs. Raj Persaud y Peter Bruggen: ‘¿Puede explicar la psicología la victoria de Trump?’ (www.psychologytoday.com/blog/slightly-blighty/201611/can-psychology-explain-donald-trump-s-victory)
Realmente, el magnate neoyorkino es una figura fascinante desde el punto de vista de la psicología, lo que explica que muchos analistas políticos no concedieran demasiada importancia a su candidatura. Sin duda, se trata de un tipo de personalidad “autoritaria”. Theodore Adorno, pionero en el análisis de la política desde la psicología, analizó lo que había pasado en su país, Alemania, en el periodo de entreguerras. Publicó en 1950 precisamente “La personalidad autoritaria”, sobre el III Reich.  Basándose en las teorías freudianas, el “encanto” de Hitler o Mussolini consistía en la extrema obediencia a un jefe/líder dominante, autoritario, que ejercía de padre y ofrecía todas las respuestas.
Las personas autoritarias, aunque se “disfracen” de liberales, obedecen las tradiciones sociales convencionales y se vuelven agresivas cuando alguien pretende desviarse de los valores y normas previstas.
Un equipo de psicólogos: Emma Onraet, Jasper Van Assche, Arne Roets, Tessa Haesevoets y Alain Van Hiel, de la Universidad de Gante en Bélgica, acaban de compartir un estudio que muestra que el éxito de los candidatos autoritarios puede ser consecuencia de que muchos votantes se sienten amenazados.  might be the result of a sense of feeling threatened. El informe, que se ha publicado en la revista académica Social Psychological and Personality Science, está inspirado en investigaciones sobre el distrés mental causado por adversidades de la vida, para el que el autoritarismo puede proteger psicológicamente. El autoritarismo puede proporcionar mayores beneficios psicológicos (sentirse protegidos) a las personas que experimentan amenazas porque les eleva su orgullo que a quienes poseen un mayor estatus socio-económico.
En otro estudio reciente, ‘La diferencia de Felicidad entre conservadores y liberales en función de las amenazas en cada país: un estudio multinivel’ (The Happiness Gap Between Conservatives and Liberals Depends on Country-Level Threat: A Worldwide Multilevel Study) se han examinado las actitudes de izquierda y derecha en 94 amplias muestras representativas de todo el mundo, con un total de 137.890 personas. Los resultados muestran que en los países con mayores amenazas, donde abunda el miedo, las personas con “actitudes de derechas” experimentan mayor bienestar que las de izquierdas. En países con menor nivel de amenazas, la relación es más débil o no hay relación en absoluto. Los autores concluyen que sus hallazgos corroboran la tesis de que las actitudes más derechistas pueden ejercer una función protectora, que ayuda a los individuos a afrontar las amenazas. Además, el bienestar de las personas que votan opciones derechistas suele mantenerse estable independientemente del nivel de amenaza, en tanto que las personas de izquierdas decrecen en su bienestar si las amenazas aumentan.
Así pues, si el mundo se interpreta como un lugar hostil y peligroso, los discursos populistas como el de Donald Trump fructifican.
Ciertos psicólogos consideran que las percepciones de amenaza son consecuencia, y no causa, de las actitudes totalitarias. En otro estudio reciente, ‘Relaciones entre amenazas internas y externas y actitudes de extrema derecha’, Emma Onraet, Kristof Dhont and Alain Van Hiel, también de la Universidad de Gante, exploraron esa opción. Con una muestra de 800 personas, el estudio demostró que altos niveles de amenaza externa se relaciones con autoritarismo de extrema derecha, y que a su vez el discurso autoritario alimenta el miedo y las amenazas. Se forma un círculo vicioso de miedo y relato, un ciclo de paranoia del que es difícil salir. Así ha sido con la victoria de Trump: Donald se llevado la voz cantante en temas polémicos, y ha movilizado a un electorado desencantado (de blancos, poco cultivados, con trabajos escasamente remunerados o en el desempleo, mentalidad de “macho alfa”, que se quejan de la corrupción del establishment).
¿O no pasó así en Europa en los años 30?
Los rivales infravaloraron el potencial de Donald Trump para esa población. Ahora, tal vez podamos entenderlo.
La canción de hoy, ‘Don’t know why’, de Norah Jones: www.youtube.com/watch?v=tO4dxvguQDk
I waited 'til I saw the sun

I don't know why I didn't come

I left you by the house of fun

I don't know why I didn't come

I don't know why I didn't come
When I saw the break of day

I wished that I could fly away

Instead of kneeling in the sand

Catching teardrops in my hand
My heart is drenched in wine

But you'll be on my mind

Forever
Out across the endless sea

I would die in ecstasy

But I'll be a bag of bones

Driving down the road alone
My heart is drenched in wine

But you'll be on my mind

Forever
Something has to make you run

I don't know why I didn't come

I feel as empty as a drum

I don't know why I didn't come

I don't know why I didn't come