Me siento
particularmente satisfecho y sanamente orgulloso del desayuno/reunión de
trabajo de esta mañana, con el DG y el DRH de una de nuestras principales
empresas clientes, en el que se han tomado decisiones de selección de alto
nivel, de reestructuración, de planes de acogida, desarrollo, etc. cubriendo
prácticamente todo el Ciclo Estratégico del Talento. Mi gratitud hacia ellos,
prueba de que, al menos en las mejores compañías, las cosas están cambiando
radicalmente a mejor.
Como sabes, me
interesa mucho el tema de la educación. Por ello, he estado leyendo ‘Cómo
triunfan los niños. Determinación, curiosidad y el poder del carácter’, del
periodista canadiense Paul Tough. Un análisis brillante, con multitud de
ejemplos de éxitos y fracasos, de que el éxito no va tan unido a la
inteligencia (necesaria, pero no suficiente) como a las “non-cognitive skills”,
las habilidades no cognitivas: la perseverancia, el autocontrol, la curiosidad,
la meticulosidad, la resolución y la autoconfianza. El autor repasa los últimos
descubrimientos en neurociencia, educación y psicología.
Lo primero que agrada
es el espléndido prólogo de los traductores del libro, José María Carabante,
Jorge Moya y Juan Velayos. “Una enseñanza de calidad es posible y ha de
asegurar que todo alumno pueda contar con el suficiente bagaje personal para
enfrentarse en su caso a la marginalidad, la pobreza o la desintegración
familiar”.
Betty Hart y Todd R.
Risely, psicólogos infantiles, estudieron desde los años 80 a una serie de
niños de distintas clases socioeconómicas. La diferencia crucial en su
educación y en sus resultados posteriores fue el número de palabras que oían de
sus padres al inicio de su vida. A los 3 años, los de clase alta unos 30 M de
palabras; los de clase baja, la tercera parte. Lo creamos o no, el fracaso
empezó ahí.
Frente al modelo
cognitivo, lo crucial para nuestros hijos es “si podemos ayudarles a
desarrollar un conjunto diverso de cualidades, entre las que se incluyen la
perseverancia, el autocontrol, la curiosidad, la meticulosidad, la resolución y
la autoconfianza. Los economistas se refieren a ellas como habilidades no
cognitivas; los psicólogos las llaman rasgos de personalidad; y el resto las denominamos
carácter”.
Paul se refiere a los
trabajos de investigación del premio Nobel de Economía James Heckman
(Universidad de Chicago) y su “tribu”, al ‘Aprenda optimismo’ de Seligman, a la
“Fluidez” (Experiencia Óptima) de Csikzentmihalyi, al estudio ACE (Adverse
Child Experiences) de los 90, al concepto de Apego (Mary Ainsworth), a los
estudios de Minnesota (“los bebés que recibieron la dosis extra de atención
serán más tarde más valientes, más independientes, más tranquilos, y tendrán
además más capacidad de enfrentarse a los obstáculos”).
Cómo construir el
carácter. Paul Tough se refiere al KIPP (Knowledge is Power Program) en el
Bronx: escalar la montaña hasta llegar a la universidad, con un enorme éxito. Se
basó en el libro de Fortalezas del Carácter de Seligman y Peterson (cuyo test
utilizamos en los procesos de Coaching de Equipo). Un contrapunto al conocido
DSM. Y a Walter Mischel y su “mashmallow test” (prueba de las golosinas).
Destaca la meticulosidad (atención a los detalles) como una de las “cinco
grandes de la personalidad”, junto con la afabilidad, sociabilidad, neurosis y
apertura mental. Brent Roberts (Universidad de Urbana-Champaign) ha demostrado
que las personas con mayor meticulosidad tienen mejores notas, viven más y
mejor, tienen menos derrames cerebrales y menor incidencia de Alzheimer. “Explica
todo lo bien que le va a la gente, desde la cuna a la tumba”.
Autocontrol y también
Determinación (Angela Duckworth, 2005). El carácter como rendimiento. La
opulencia puede generar niños con baja resiliencia (Suniya Luthar, Universidad
de Columbia). Si están sobreprotegidos, no se enfrentan a sus propios límites.
Disciplina, buenos hábitos, identidad. Mentalidad ganadora (Carol Dweck).
Cómo pensar: se creía
que el ajedrez correlacionaba con el CI (Ecuación Levitt, 1997); sin embargo,
Jonathan Rowson (también gran maestro, como Levitt) ha demostrado que es
errónea. “La habilidad para reconocer y dominar tu emociones
es tan importante como tu forma de pensar”. Flexibilidad.
Maestría. El autor se
refiere a Malcolm Gladwell (‘Fueras de serie’, 2008) y a la teoría de Anders
Ericsson sobre las 10.000 horas de práctica deliberada, con el caso del húngaro
Laszlo Pulgar, psicólogo húngaro que crió a tres hijas campeonas.
¿Esfuerzo? Babcock y
Marks (Universidad de California) analizaron el tiempo de estudio de los
universitarios en EEUU desde la década de los 20. En 1961, 24 h/semana
estudiando fuera del aula; en 1981, 20 h.; en 2003, 14 horas.
Hemos de educar para
saber gestionar el fracaso, desde el valor del esfuerzo. Un texto muy
interesante.
Todo ello, con música
de Adéle: ‘When we were young’.