Sábado en
Galapagar, en familia (sobrinas, cuñado) y con el equipo de fútbol juvenil
femenino del Canillas, al que pertenece mi hija Zoe, que ha jugado allí. Hemos
aprovechado la jornada para comer con las familias de las jugadoras. Gracias,
Ana y Lolo, por la iniciativa.
Ha llegado el
día, el Día del Libro, San Jorge, el 400º aniversario de la muerte de dos de
los mayores genios de la literatura universal: D. Miguel de Cervantes Saavedra
y William Shakespeare.
He tenido el
honor y el enorme disfrute de escribir sendos libros de Liderazgo sobre ellos.
Primero fue ‘En un lugar del Talento’, la tercera parte de la trilogía de ‘La
sensación de fluidez’, que trata sobre el Liderazgo Organizativo (fluir,
influir, confluir). Aprovechando un viaje de los dos protagonistas (Leopoldo
Zoe y Jesús Bauluz) por La Mancha, siguiendo las huellas del Quijote, proponía
un modelo que creo que sigue muy vivo:
1. Perseguir un
ideal
2. Transmitir
serenidad y confianza
3. Adaptarse con
flexeverancia (flexibilidad y perseverancia)
4. Servir de
caldo de cultivo (de las iniciativas)
5. Valorar a las
personas
6. Generar
relaciones (de alto nivel, de confianza y compromiso)
7. Atraer por
autoridad: moral, de confianza)
Corría la
primavera del año 2003 cuando se publicó el libro, que prologaron el cineasta
Manuel Gutiérrez Aragón (autor de ‘El caballero Don Quijote’, imprescindible
película con Juan Luis Galiardo como protagonista) y el entonces presidente del
gobierno de Castilla-La Mancha José María Barreda.
Seis años
después, en 2009, apareció ‘Shakespeare y el desarrollo del Liderazgo’, con
prólogo de Derek Spencer, un magnífico directivo que además había sido director
de teatro. “La ensimismada benevolencia que Shakespeare personifica en Ricardo
III refleja la opinión que tiene el autor de la obra del estado de la nación
inglesa durante la Guerra de las Rosas. Cuando la nación está en crisis,
¿culpamos a los políticos, o buscamos en nosotros mismos como si fuéramos
líderes para encontrar una solución?”.
Se trata de una ficción (un curso de directivos sobre las 37 obras del
Bardo) para analizar los grandes temas shakespearianos a través de excelentes
películas:
- El poder y el
miedo (Ricardo III). “De todas las pasiones, el miedo es la más maldita”
(Enrique VI),
- El manejo de
la ira (Tito, La mujer indomable).
- Los celos, la
intriga (Otelo, Campanadas a media noche)
- Las profecías
que se cumplen (Macbeth, El mercader de Venecia)
- Elegir para un
tándem (El sueño de una noche de verano, Marco Antonio y Cleopatra)
- El éxito en la
sucesión (El Rey Lear, La tempestad). “Apenas se ha conocido a sí mismo” (El
Rey Lear).
- La felicidad y
la pasión (Romeo y Julieta, Trabajos de Amor perdidos)
- La influencia
honesta: el Liderazgo (Enrique V, Julio César)
- La duda y la
vergüenza (Hamlet. Mucho ruido y pocas nueces)
En ese texto
(que incluía la “sorpresa real” sobre la autoría de las obras de Shakespeare)
recogía un decálogo sobre la naturaleza humana, tanto en la necesaria pasión
como en la imprescindible serenidad. Me siento muy orgulloso de la
investigación y el análisis que dieron lugar al libro.
¿En qué difieren
Cervantes y Shakespeare? Primero, en el género literario. El inglés es un gran
dramaturgo y poeta; el español, el mayor novelista que vieron los siglos (por
tanto, absolutamente complementarios). De Cervantes como persona no sabemos
casi nada (ni su retrato), de Shakespeare creemos saberlo casi todo, aunque es
imposible que un iletrado actorcillo fuera capaz de tan magna obra (sostengo
que sus tragedias, comedias y poemas fueron fruto de Sir Francis Bacon, enorme
filósofo y pensador, y de su proyecto educativo; un noble, hijo ilegítimo de la
reina Isabel I, no podía hacer teatro). Cervantes cuenta vivencias (Lepanto,
Argel, La Mancha); Shakespeare conoce como nadie la naturaleza humana por su
vida en la corte isabelina. El Quijote es la biografía (transformada) de San
Ignacio de Loyola y por ello el quijotismo es nuestra identidad nacional (tod@s
somos Quijotes logrando lo imposible); las obras del Bardo son universales.
Shakespeare nos explica lo que es (sobre todo, los riesgos de la traición, su
gran tema) y Cervantes, sobre lo que podemos trascender. El británico nos
enseña como nadie sobre el cambio (externo, nos viene de fuera); el hispánico,
sobre la transformación (la llama interior).
Los dos
comparten una visión humanista de la vida. “Sabemos lo que somos, pero no lo
que podemos llegar a ser” (WS). “Ama, no lo que eres, sino aquello en lo que te
puedes llegar a convertir” (MC). “Nuestras dudas son traidoras, y por eso nos
hacen perder aquello que pudimos ganar, por miedo a intentarlo” (WS). “Amor y
deseo son dos cosas diferentes, que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo
que se desea se ama” (MC). “Ser o no ser, ésa es la cuestión” (William Shakespeare).
“La libertad, amigo Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres
dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la
tierra y el mar; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe
aventurar la vida” (Miguel de Cervantes).
Este fin de
semana pienso homenajear a estas dos cimas de nuestro pensamiento volviendo a ver
una serie de pelis: el mencionado ‘Caballero Don Quijote’ (que me hizo llorar
en la sala y seguro que volverá a hacerlo en recuerdo a mi amigo Galiardo), el ‘Enrique
V’ de Kenneth Brannagh (“we few, we happy few, we bunch of brothers”) y la comedia
‘Miguel y William’, también con Juan Luis Galiardo y con Elena Anaya.
Que el caballero
de la triste figura y las enseñanzas del rey Enrique estén siempre en nuestros
corazones y nuestras mentes.