Hoy se
cumplen 100 años del nacimiento de Ingrid Bergman nacida en Estocolmo y
fallecida, también un 29 de agosto, de 1982 en Chelsea. La segunda actriz con
más Óscar (3), tras Katherine Hepburn (4) e igualada con Meryl Streep. Hija de
un fotógrafo sueco y de madre huérfana, quedó huérfana de madre a los 2 años y
de padre a los 12 años, con lo que tuvo que irse a vivir con su tío, que no
quería que fuera actriz (aún así, ella estudió en la mejor institución del
país, durante tres años) y solo le dejó hacer una prueba. Fue definitiva.
“Tengo en mis manos un álbum familiar. La vida en fotos de una de las
mujeres más bellas del siglo XX. Una historia que comienza en Estocolmo, con la
imagen de un bebé en 1915, y termina con el primer plano de una anciana de 67
años en Londres. Es Ingrid Bergman: desde que la fotografiara su padre en el próspero estudio que tenía
en Suecia, donde posaba con fantasiosos disfraces; pasando por su estreno como
actriz en Suecia; gozando de la condición de estrella en Hollywood y más tarde,
viviendo su destierro italiano por haber desafiado la moral de la industria, al
unirse, estando casada, a Roberto Rossellini.
Al cabo de los años, después de que los medios de cotilleo americanos
se empeñaran en definir la vida de la actriz en Italia como desgraciada, cuando
no lo fue, Ingrid volvió a Los Ángeles para recibir un Oscar, y como escribe
Liv Ullman en el prólogo de este libro: salió al escenario, recibió su premio
con el público puesto en pie, pero no se inclinó ante ellos. A Life in
Pictures, 385 fotos ordenadas por su hija Isabella, muestran la vida de una
mujer dueña de su destino. Mucho se escribe en estos días sobre esas actrices
que, llegadas a la edad en que la industria deja de quererlas (o que las
cataloga como unfuckable), se ven forzadas a intervenir su cara, aunque
más que volver a la juventud sólo consigan parecerse a otras mujeres maduras
operadas.
Pero la rebeldía de Ingrid no se mostró solamente en los años de
madurez. Cuando llegó a Hollywood los estudios proyectaron convertirla en una
belleza asumible por los supuestos gustos del público. No se dejó. Su piel era luminosa;
su cuerpo, real; tenía el aspecto de alguien que disfruta de su oficio, de la
comida y del amor. Poseía un aire saludable de muchacha de campo, era grande y
carnal. Sólo una base de maquillaje aplacaba unos mofletes demasiado ardientes.
Su ejemplo para muchas mujeres no debiera ser cómo consiguió envejecer con
dignidad, sino su determinación para atravesar los años asumiendo el atractivo
que confiere cada etapa de la vida.”
Según el
America Film Institute, Ingrid Bergman es la 4ª actriz leyenda de la pantalla
(tras Katherine Hepburn, Bette Davis y Audrey Hepburn). En 50 años, 48
películas (entre ellas, ‘Casablanca’, ‘Por quién doblan las campanas’, ‘Luz que
agoniza’, ‘Juana de Arco’, ‘Stromboli’, ‘Anastasia’ o ‘Asesinato en el Orient
Express’), 11 obras de teatro, 7 en televisión. Trabajaba en sueco, alemán,
inglés, italiano y francés y actuó en Suecia, Alemania, EE UU, Canadá,
Inglaterra, Italia, Francia, España e Israel.
En 1948,
la Bergman envió al director italiano Roberto Rossellini una de las cartas más
famosas de la historia del séptimo arte: “Querido Sr.
Rossellini: He visto sus cintas Roma, ciudad abierta y Paisá y
las he disfrutado mucho. Si usted necesita una actriz sueca que habla muy bien
inglés, que no ha olvidado su alemán, que no entiende mucho de francés y que en
italiano sólo puede decir ti amo, estoy lista para viajar y hacer un
filme con usted. Ingrid Bergman".
La actriz ya tenía un Óscar, había
protagonizado ‘Casablanca’ y había rodado con Cary Grant (romance incluido)
‘Recuerda’ de Hitchcock, con diseños de Dalí. Estaba casada con un dentista que
la había acompañado a Hollywood y tenía una hija. La
respuesta de Rossellini fue: “Acabo de recibir con gran emoción su carta que,
por coincidir con mi cumpleaños, se ha
convertido en el regalo más precioso. Ciertamente he soñado en rodar una película con usted y
desde este momento me esforzaré en que sea posible. Le escribo una larga
carta comunicándole mis ideas. Con mi admiración acepte, por favor, mi gratitud
y mis cordiales saludos”. El film fue ‘Stromboli’, en el que estaba previsto
que actuara Anna Magnani (amante de D. Roberto hasta la fecha). La conoció en
Nueva York (el director recogía un premio) y posteriormente declaró: “Cuando
estuve frente a ella, me pareció más hermosa de lo que había imaginado, la mujer más hermosa que había visto en mi
vida. Sin maquillaje. Era más guapa al natural que en la pantalla.
Resplandecía. La cámara jamás podría captar ese resplandor”. Cuando empezó el
rodaje en las islas Eolias, ya había romance. La peli fue un fracaso y las
cartas que les llegaron fueron atroces (solo Hemingway les apoyó). Nació el
pequeño Roberto y una semana más tarde el Sr. Rossellini se divorció. En la
primavera de 1950 ambos se casaron en México. El matrimonio duró siete años: un
total de seis películas y tres hijos. La actriz que, según Hitchcock, “solo
quería rodar obras maestras” (con él rodó tres cintas y fue una de sus primeras
rubias), estaba harta de tanto fracaso comercial. Se casó por tercera vez, con
un empresario teatral de origen sueco. Hollywood la recibió como a una hija
pródiga, otorgándole dos estatuillas más en 1957 y 1974 (todavía sería
candidata en 1982, séptima nominación, por ‘Sonata de otoño’).
Como curiosidades, ganó un Emmy
póstumo haciendo de Golda Meir (fue a Israel a documentarse); como era más alta
que Bogart, en las escenas juntos en ‘Casablanca’ él estaba sobre un taburete y
protagonizó con Cary Grant en ‘Encadenados’ uno de los besos más largos de la
historia del cine.
De ella es la famosa frase: “El
secreto de la felicidad es tener buena salud y mala memoria”. Animaba a
entrenar la intuición, a no arrepentirse de nada y definió mejor que nadie lo
que es un beso (“un beso es un delicioso truco diseñado por la naturaleza para
dejar de hablar cuando las palabras se vuelven superfluas”) y lo que significa
envejecer (“es como subir a una montaña: vas perdiendo el aliento pero la vista
es mucho mejor”).
Mi pequeño homenaje a la actriz
más bella ha sido volver a ver ‘Casablanca’ (una de mis películas favoritas,
junto con ‘Laura’ y ‘El hombre tranquilo’). Siempre nos quedará París. Y una
deliciosa entrevista de 12 minutos que le hicieron en 1973, a los 58 años. www.youtube.com/watch?v=OIE4KGFLGQE ¡Qué señora! ¡Qué personalidad!