Del Mediterráneo a
Madrid y de Madrid al Mediterráneo, para terminar la semana.
Ayer, en La Casa del
Libro de Paseo de Gracia (Barcelona) encontré por fin el nuevo libro de José
Antonio Marina con Carmen Pellicer, ‘La Inteligencia que aprende’. José
Antonio, mentor de Educación del Human Age Institute y Carmen, presidenta de
AECODE, Asociación Española de Coaching Educativo, son dos de las personas a
las que más admiro intelectualmente y quiero personalmente, por lo que un texto
conjunto de Inteligencia Ejecutiva explicada a l@s docentes es, como dirían en
Andalucía, “gloria bendita”.
En el prólogo, una
sentencia decisiva: “Somos la única especie que educa a sus crías. Esto lo que
nos define. Aprendemos y transmitimos lo aprendido”. Si esto es lo que nos hace
humanos, lo más humanista es la educación. No puedo estar más de acuerdo.
La función principal
de la inteligencia es “dirigir el comportamiento para resolver los problemas
que plantea una situación”. La inteligencia humana se organiza en inteligencia
generadora (“el manantial no consciente, operativo”) y la inteligencia
ejecutiva. Es el umbral de la consciencia (¿la décima parte, según Eric Kandel;
la millonésima?) el que separa una de la otra. La capacidad de
autodeterminación, de autonomía, constituye la esencia de la especie humana
(Roy Baumeister). El nuevo enfoque educativo reivindica la inteligencia
ejecutiva. Por ejemplo, para el Instituto de Educación de la Universidad de
Londres, son la motivación, el autocontrol, la metacognición, las relaciones
sociales, la resiliencia y la capacidad para enfrentarse a los problemas las
competencias que marcan la diferencia. ¿Se pueden educar? Por supuesto… si un@
quiere. Marina y Pellicer citan a Lev Vigotski: en los primeros años, la
inteligencia ejecutiva del niño está fuera de él, en sus cuidadores.
Disfunción ejecutiva
en el aula (Lynn Meltzer): Inhibición, Flexibilidad, Control emocional, Inicio
de la acción, Memoria de trabajo, Planificación/Organización, Organización de
materiales, Monitorización. Los autores
nos revelan un apunte genial. Citando a Jack Block (Berkeley): “un control
excesivo hace que las personas se encuentren exageradamente constreñidas. Tienen
dificultad para tomar decisiones y pueden retrasar exageradamente la
gratificación o negarse a recibir determinadas satisfacciones”. Tienden a ser
compulsivos, están reprimidos y padecen de ansiedad.
La primera parte del
libro describe las funciones ejecutivas. Son once, así que las he imaginado
como un equipo de fútbol. Como equipo, colaboran entre sí, y se desarrollan a
través de nueve herramientas, nueve colores de la paleta pedagógica:
1. Organizar el
entorno de manera adecuada para facilitar el aprendizaje.
2. Premios.
3. Sanciones.
4. El ejemplo (“el
ejemplo hace al líder”).
5. Cambio de
creencias.
6. Cambio de
sentimientos y deseos.
7. El razonamiento.
8. La repetición y
el hábito.
9. La reflexión
sobre el aprendizaje.
La segunda parte, la
de la Didáctica de las funciones ejecutivas, comienza con una cita de Antoine
de Saint-Exupéry: “ En la vida no hay soluciones. Solo hay fuerzas en marcha:
es preciso crearlas y luego vendrán las soluciones”. Frente a los extremos del
milagrismo (casualidades) y el resultadismo (los atajos), el virtuoso término
medio de generar hábitos saludables con los que antes o después obtendremos los
resultados que buscamos. El éxito no es por casualidad.
Como un equipo de
fútbol, tenemos once jugadores (once funciones ejecutivas) en cuatro bloques o
módulos.
El primer módulo es
el de la gestión de la energía y de la corriente de consciencia. “Encendemos
motores” con la primera función ejecutiva, nuestro portero, nuestro Casillas:
la activación de la energía. ¿Nos ponemos en marcha sin que nos lo pidan?
¿Somos rápidos al afrontar los problemas que surgen? ¿Dura la energía el tiempo
que necesitamos para colaborar? ¿Descansamos cuando lo necesitamos y volvemos a
empezar sin remolonear? ¿Estamos alertas a lo que pasa a nuestro alrededor?,
¿Sabemos cuándo y cómo rendimos más? Hay una energía biológica (atención),
psicobiológica (desanimad@s o animad@s) y personal (personalidades activas y
pasivas). CP y JAM no entran en la energía espiritual, no por falta de ganas,
sino porque “hacerlo sin una explicación pertinente podría generar muchas
confusiones”. El Compromiso, la energía que ponemos a un proyecto (vital y/o
profesional) ya sabes que es la suma de energía física, mental, emocional y de
valores. Robert Thyler habla de energía/cansancio y calma/tensión, que ofrece cuatro
posibilidades. En esta función, como en cada una de esta alineación, hay
indicadores de logro (KPIs, diríamos en el mundo empresarial), factores para
desarrollarla y obstáculos a superar, estrategias de intervención (contexto,
modelado, desafío).
En este equipo
jugamos con tres centrales. Segunda función ejecutiva, nuestro Carles Puyol, es
la atención y la gestión de la energía. ¿Podemos fijarnos cuando queremos en un
punto determinado? ¿Nos concentramos en hacer algo con facilidad si hace falta?
¿Reconocemos las cosas importantes y que no hace falta que recordemos? ¿Nos
acordamos de lo que tenemos que hacer aunque pase un tiempo largo? ¿Nos sabemos
aislar sin dejar que nos moleste nuestro entorno? ¿Rectificamos si se nos va la cabeza y volvemos a ponernos a la tarea?
¿Estamos alerta y nos damos cuenta con rapidez de lo que pasa?
Tercera función
ejecutiva, nuestro Sergio Ramos: la gestión de la motivación. ¡Preparados,
listos, motivados! ¿Qué cosas hacemos bien, con las que disfrutamos? ¿Qué nos
gusta aprender más? ¿Qué cosas hacemos con esfuerzo sin que nadie nos las pida?
¿En qué cosas sentimos que mejoramos cada día? ¿Qué hacemos cuando algo sale
mal? ¿Por qué preferimos que nos admiren nuestros compañeros? “El fin de la
educación es enseñar a desear lo deseable” (Aristóteles). Motivación por
deseos, incentivos o factores facilitadores.
Y el último central,
nuestro Gerard Piqué, es la gestión de las emociones. Encender la mecha. ¿Cómo
reacciona nuestro cuerpo cuando nos emocionamos? ¿Sabemos qué cosas influyen
más en nuestro estado de ánimo? ¿Podemos calmarnos a nosotros mismos cuando lo
necesitamos? ¿Reconocemos cómo influyen nuestros sentimientos en las decisiones
que tomamos? ¿Evitamos las situaciones que nos generan malestar? ¿Comprendemos
cómo se sienten los demás ante determinadas situaciones? La conclusión de este
bloque es la actitud proactiva. La actitud (“postura”, en italiano) no se
tiene, ni se “es”, se adopta. Indica un aspecto voluntario; se practican hasta
que se convierten en un rasgo de carácter (“segunda naturaleza”, como diría
Aristóteles).
Segundo módulo, el
de la acción dirigida a meta. Son nuestros carrileros y nuestro trío de medios.
Porque “el proceso de educación es el de una transferencia paulatina de
responsabilidad”.
La quinta función
ejecutiva, nuestro Jordi Alba, es el control de la impulsividad. ¿Podemos
esperar a hacer algo que nos apetece si es necesario? ¿Mantenemos la calma en
situaciones tensas? ¿Esperamos el turno de palabra cuando trabajamos en grupo?
¿Respetamos las normas aunque no estemos de acuerdo? ¿Escuchamos con atención
hasta el final lo que nos dicen? ¿Pensamos en las consecuencias de lo que vamos
a hacer antes de lanzarnos a ello? ¿Valoramos distintas opciones antes de
reaccionar ante un conflicto? ¿Reflexionamos bien lo que vamos a hacer cuando
algo es importante? Recordando a Paul Ricoeur, la esencia de la voluntad es
“noluntad”, ser capaces de decir no (asertividad).
Sexta función
ejecutiva, nuestro Carvajal, la elección de metas y planificación. Ponemos el GPS.
¿Vemos claros los objetivos a alacanzar cuando nos ponemos una tarea?
¿Priorizamos ante diferentes metas según situación y contexto? ¿Sabemos
identificar todo lo que necesitamos para alcanzar lo que nos proponemos?
¿Modificamos nuestras estrategias si es necesario para la consecución de la
meta? ¿Podemos describir todos los pasos a dar para lograr lo que queremos
hacer? ¿Descartamos metas no realistas?
Séptima función
ejecutiva, nuestro Xavi Hernández, el inicio de la acción y la organización.
¡En marcha! ¿Sabemos lo que pretendemos alcanzar cuando iniciamos la actividad?
¿Somos conscientes de lo que hay que hacer en cada momento? ¿Reconocemos las
cosas importantes frente a las triviales? ¿No dejamos para mañana lo que
podemos hacer hoy? ¿Nos organizamos bien para ponernos a trabajar? ¿Somos
rápidos y eficaces cuando hacemos nuestras tareas? ¿Volvemos a lo que toca si
nos hemos distraído?
Octava función
ejecutiva, el mantenimiento de la acción y el esfuerzo, nuestro Xabi Alonso.
¡Sin parar! ¿Nos planteamos un objetivo y la mejor manera de alcanzarlo?
¿Preparamos lo que vamos a necesitar para llevarlo a cabo? ¿Buscamos
alternativas si algo no nos sale? ¿Insistimos hasta que estamos satisfechos con
los resultados que alcanzamos? ¿Descansamos cuando lo necesitamos y volvemos
sin problema a la tarea? ¿Terminamos lo que empezamos?
Novena función
ejecutiva, la flexibilidad. Nuestro Andrés Iniesta, el del gol del Mundial de
Sudáfrica. ¡Cambiamos la ruta! ¿Identificamos las situaciones en las que
podemos tener dificultades? ¿Generamos un número considerable de respuestas
nuevas y creativas ante un problema? ¿Modificamos los planes y conductas con
facilidad? ¿Ponemos muchos ejemplos? ¿Cambiamos de opinión si encontramos
evidencias de que estamos equivocados? ¿Generamos múltiples alternativas en una
situación? Este es el bloque de la enseñanza de la responsabilidad.
El tercer módulo es
el de la gestión de la memoria (anecdótica, semántica y procedimental). Nuestro
Fernando Torres. Con una única función, del mismo título. ¡Conocemos la ruta!
¿Podemos resumir información con facilidad? ¿Sabemos qué cosas, como los
esquemas, imágenes, escuchar, resúmenes o subrayar, nos ayudan a recordar
mejor? ¿Generamos preguntas con facilidad sobre lo que aprendemos?
¿Relacionamos lo aprendemos con otras experiencias de la vida real?
¿Persistimos hasta comprender lo suficiente una información? ¿Repasamos con
frecuencias interrumpidas cuando estudiamos? ¿Evocamos y recordamos las
vivencias y aprendizajes de hace mucho tiempo? ¿Sabemos en seguida si algo lo
sabemos bien si nos preguntan? Es la memoria que aprende. Ya sabes que
retenemos el 5% de lo que escuchamos, el 10% de lo que leemos, el 20% de lo
audiovisual, el 30% de lo demostrado, el 50% de lo que discutimos en grupo, el
75% de lo que practicamos, el 90% de lo que enseñamos a otr@, el 90% de lo que
ponemos en práctica inmediatamente tras lo aprendido. “Establecer hábitos es
una de las grandes argucias de la inteligencia para ser más eficiente”.
El cuarto módulo es
la gestión del pensamiento, con la 11ª función, la metacognición. Nuestro
“guaje” Villa. ¿Sabemos cómo aprendemos mejor y qué cosas nos lo hacen más
fácil? ¿Sabemos qué nos ayuda a recordar la información que aprendemos?
¿Relacionamos cosas nuevas con las que ya sabíamos? ¿ Identificamos las cosas
que más nos han impactado? ¿Sabemos organizarnos a la hora de ponernos a
aprender algo? ¿Podemos descubrir lo que nos va a ocurrir anticipadamente y
compartimos nuestros planes? ¿Nos damos cuenta enseguida cuando lo que hacemos
no es eficaz? ¿Valoramos y opinamos sobre el trabajo a medida que lo vamos
haciendo y después de realizado? Pensamos para comprender (autonomía), para
expresar lo que sabemos y sentimos (relaciones sociales), para ampliar
conocimientos (mejora). Ya sabemos que para José Antonio Marina la Felicidad es
la adecuación armoniosa de esos tres propósitos. Ya también para gestionar
nuestras emociones, hacer proyectos, resolver problemas e inventar, tomar
buenas decisiones, evaluar lo que hacemos y pensamos. Se puede –se debe-
aprender a pensar, teniendo en cuenta que pensar es una actividad (costosa),
que utiliza información y operaciones mentales, exige gestionar el proceso,
evaluar los resultados (de eso se encarga la metacognición) y mucho
entrenamiento (en hábitos de pensamiento eficaz). Para desarrollar nuestra
cognición, hacernos buenas preguntas.
José Antonio y
Carmen, Carmen y José Antonio, cierran el libro con una bella cita de Goethe:
“Para liberarnos de lo mediocre,/ y en lo bueno, bello y verdadero/ vivir resueltamente.
Como no podía ser de una manera, nos regalan una bibliografía donde están tod@s
los grandes: Baumeister, Cox, Gazzaniga, Goldberg, Goleman, Jensen, Kahneman,
Levine, Luria, Meltzer, Sousa, Tough, Yeager. Y el ‘Inteligencia Ejecutiva’
(2012) del maestro Marina.
¡Gran libro! Además
de para el aula (en las clases de Executive), pienso emplearlo al máximo para
desarrollar la empresa como “learning organization” (organización que aprende),
tanto para clientes como para mi propia casa, ManpowerGroup. Aprender más y
mejor es a clave de la sostenibilidad y del crecimiento inteligente.
Mi profunda gratitud
a José Antonio y Carmen. Estos dos amigos, apasionados de la educación, que
codirigen la Cátedra sobre Inteligencia Ejecutiva y Educación de la Universidad
Nebrija de Madrid, patrocinada por el Banco de Santander. Una de las mejores
inversiones de la entidad, sin duda.