Me resistía a escribir sobre las últimas
elecciones municipales y autonómicas. Sin embargo, lo mío no son las ideologías
sino el Talento y el Liderazgo, y he optado por una solución intermedia.
“1. El dinero sigue
siendo determinante. En
un contexto de pérdida de poder adquisitivo, de escasez de empleo, de trabajos
mal pagados y de ausencia de expectativas de mejora para buena parte de la
población, es inevitable que el gobierno que ha dispuesto medidas de ajuste que
han ahondado esa situación quede deteriorado y pierda voto y poder. Y es natural, además, que aumente la
aceptación de las opciones políticas que abogan por medidas económicas que
palíen ese deterioro. El reparto del voto que aparece en los distritos de
Madrid es buen ejemplo de cómo la izquierda ha salido reforzada en su conjunto.
2. Lo nuevo y joven
es atractivo, pero los viejos siguen manejando el cotarro, como en casi todo.
El reparto total del voto en
las CCAA (salvo Andalucía, Cataluña y Galicia, donde no había elecciones autonómicas)
arroja el siguiente reparto, señalado por Pau Marí-Klose: PP: 34,5%. PSOE:
28,1%, Podemos: 16,1%. Los de Pablo
Iglesias han tenido los resultados que hubieran soñado IU, y
Ciudadanos los que habría firmado UPYD hace un año, pero no han logrado
sobrepasar ese lugar secundario. En el mapa autonómico, los únicos colores que
aparecen son el rojo y el azul. El reparto se ha modificado, los lugares de
poder no, y sin el poder sigues siendo el partido pequeño que ejerce de muleta,
lo que suele ser una muy mala opción a medio plazo.
3. La creciente
importancia del voto útil. El
descontento sólo produce cambio si hay alguien que lo recoja y concentre. El
más que probable aterrizaje de Manuela
Carmena en el Ayuntamiento de Madrid ha sido posible no porque uniera a
los activistas, como le gusta leer a la izquierda antipodemos, ni tampoco por
la personalidad de la candidata (que
fue un factor importante a la hora de concitar simpatías), sino porque se
extendió la idea de que era la opción
más efectiva para sacar del Ayuntamiento al PP. La diferencia de votos
en la ciudad de Madrid entre su candidatura y la de Podemos a la Comunidad, más
de doscientos mil, puede explicarse porque todo el mundo tenía claro que
Carmena era la destinataria del voto útil. Esto es algo que se ha repetido a lo
largo de las elecciones: allí donde había una alternativa clara, el voto de
cambio se ha concentrado en un candidato. Y a la inversa: allí donde el votante
del PP sentía que el poder podía perderse, Ciudadanos ha estado muy por debajo
de sus previsiones.
4. Lo simbólico es
relevante, pero no basta. Los
grandes triunfos de Podemos han tenido mucho de simbólico: cinco eurodiputados
era un resultado cuantitativamente irrelevante, pero señalaba de manera
inequívoca que la política iba a cambiar. Su liderazgo ocasional de las
encuestas no tuvo consecuencias en términos de poder, pero subrayaban que eran
una fuerza a tener muy en cuenta. Y los triunfos en Madrid, Barcelona, Zaragoza o La Coruña no son
gran cosa si tenemos en cuenta los resultados en su conjunto, pero son muy
relevantes si los interpretamos como tendencias
futuras. En realidad, el escenario madrileño (con el PSOE sobrepasado y
Podemos como segundo partido por lo menos) era la opción que tenían hace pocos
meses en la cabeza Errejón
e Iglesias cara a las generales, pero hoy por hoy están lejos de que ese
objetivo se generalice.
5. Los partidos han
hecho lo de siempre, pero más. Es
muy frecuente. Cuando sienten presión, las formaciones políticas recurren a las
tácticas en las que se encuentran más cómodos, pero suben el volumen. Le ha
ocurrido al PP en esta campaña, donde ha reutilizado discursos típicos de la
era Aznar y ha recurrido a su
habitual insistencia en los grandes peligros que acecharían a España si ganasen
los bolivarianos, pero también a Podemos: sus mensajes ("llega el momento
del cambio, hay que recuperar la dignidad, hay que echar a los corruptos,
tenemos ilusión, no miedo") son los mismos que hace un año, sólo que los
han amplificado y los han hecho más
agresivos en campaña. Dicho de otro modo, Podemos se ha dedicado a crear
expectativas y el PP a meter miedo, como de costumbre. Lo que ha cambiado es la
intensidad: cada vez recurren más a mensajes puramente emocionales (unos ni
siquiera han presentado programa en Madrid, los otros lo tienen, pero
indefinido) y ese es el camino que seguiremos en las generales.
6. Al PP le gusta
equivocarse. Es
un partido especializado en apretar el botón rojo de autodestrucción. Esperanza Aguirre era una muy mala
elección como candidata, porque si bien podía activar el voto de fieles del PP,
también generaba mucho rechazo entre los demás votantes. Si en Madrid, un
contexto particularmente activo en los últimos tiempos, escoges a una candidata
que solo por serlo va a convencer a
mucha gente de que vaya a votar contra ti, es más que probable
que te ocurra lo que te ha ocurrido.
7. Y por último, lo
más viejo. Cuando las cosas van
mal para la gente, el partido en el poder suele salir muy desgastado de su
gestión. ¿Que el PP ha perdido muchos votos? Claro. Hay crisis, a mucha gente
le va mal, el telón de fondo es de la corrupción, hay tensiones internas evidentes.
¿Esperábamos otra cosa?
Gracias, Esteban, por
esta comprensión de lo que está pasando. Lejos de alarmarnos, esta aparente
hecatombe es una muestra más del paso “del Capitalismo al Talentismo”, una era
conceptual (diseño, relato, sinfonía, empatía, juego, propósito), conductual y
de generosidad, una aparente juventocracia dominada por la gerontocracia, una
nueva era del espectáculo en la que los medios tradicionales son reemplazados
por los innovadores. ¿El eje arriba/abajo (ricos contra pobres) o el
nuevo/viejo (los de siempre, con jerarquías de partido, frente a lo fresco, con
listas abiertas)? Lo que se debate es la centralidad del tablero: quien ahí se
sitúa –en la mente de los votantes- se lleva el gato al agua.
Ha fallecido a los 88
años el director de cine Vicente Aranda Ezquerra. He hablado de él varias veces
en este blog y he visto de él una veintena de películas, desde ‘La muchacha de
las bragas de oro’ (1979) a ‘Luna caliente’ (2009), pasando por las dos partes
de ‘El Lute’, ‘Tiempo de silencio’, ‘Amantes’, ‘La pasión turca’,
‘Libertarias’, ‘Juana la Loca’, ‘Carmen’ o ‘Tirante el Blanco’. Afín a Juan
Marsé (hizo versiones cinematográficas de ‘Si te dicen que caí’, ‘El amante
bilingüe’, ‘Canciones de amor en Lolita’s club’), descubrió al final un tema
recurrente en su cine: “Todos queremos ser otro”. Y, esto, en términos de amor,
nos provoca insuficientes intelectuales y emocionales. Mi gratitud y admiración
a tan gran cineasta.