Jornada intensa entre propuestas de
transformación a través del desarrollo del talento comercial (por la mañana) y
reuniones internas (por la tarde). Un día del que sentirse particularmente
satisfecho y orgulloso de la organización a la que uno pertenece.
Mi hija Zoe ha hecho un trabajo (exposición
divulgativa) sobre el impacto negativo de los seres humanos en el medio
ambiente. Lo ha dedicado a las abejas y su desaparición.
Se atribuye a Albert Einstein la frase “Si la
abeja desapareciera, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida”.
Seguramente el sabio más reconocido del siglo XX nunca dijo tal sentencia; sin
embargo, nadie le puede discutir al padre de la teoría de la relatividad su
sabiduría. Independientemente de quien conectara a estos insectos voladores con
nuestra especie, ellas son las responsables de la polinización, y si no
polinizan, las plantas no nacen ni crecen, los animales herbívoros no pueden
comérselas ni los carnívoros alimentarse de éstos. Es el ciclo de la vida, y
formamos parte de la cadena alimentaria. De las cien especies de cultivos que
proporcionan el 90% de los alimentos en el mundo, 71 se polinizan por las
abejas.
Las colonias de “apis melífera” están
descendiendo bruscamente, entre el 20% y el 90% anual. La causa es múltiple. De
un lado, los pesticidas. Según la Comisión para el Control Alimentario de la
Unión Europea (EFSA), la muerte en masa de muchas abejas se debe a un tipo de
fertilizantes llamado neonicotinoides. Intervienen en el cerebro de las abejas
y las hacen más lentas e incapaces de aprender. En 2013, la UE vetó el uso de
tres pesticidas. Además, el ácaro Varroa (un parásito que se alimenta de la
sangre de la abeja), los monocultivos, el calentamiento global…
Especial relación la de la abeja con el ser
humano. Recuerdo un libro de Isaac Asimov, ‘Las amenazas de nuestro mundo’
(2000). Agujeros negros, supernovas, meteoritos, volcanes, terremotos, guerra
nuclear. Ni rastro de la desaparición de las abejas.
Y es que pensamos mucho en el talento individual,
cuando es la interacción, el contexto, lo que nos hace lo que somos.
Deportistas de alto rendimiento que alcanzan logros sobresalientes gracias a
sus compañer@s y sus entrenadores. Profesionales que crecen por sus entornos
laborales (el Contexto, la tercera C del Talento junto con la Capacidad y el
Compromiso). Somos una especie “condenada” a vivir juntos, para dar lo mejor de
nosotr@s mism@s.
“Sin ti no soy nada”, como cantaba Amaral.
Una lección de humildad. La nueva película ‘Into the woods’ (En el bosque)
muestra precisamente la interacción entre los personajes de cuento: Cenicienta
y Rapunzel, Jack y Caperucita, etc. Las mejores frases de la cinta (y del
musical) son: “Me criaron para ser encantador, no sincero” (Príncipe de
Cenicienta), “Cuanto más cuesta, es mejor tenerlo” (Príncipe de Rapunzel), “La
oportunidad es un visitante que no está mucho tiempo” (Cenicienta), “Decides
solo, pero nunca estás sola” (la panadera), “Cuidado con las cosas que dices;
los niños las escuchan” (Bruja).
“Nadie es una isla” (John Donne, 1572-1631).
No man is an
island,
Entire of
itself,
Every man is a
piece of the continent,
A part of the
main.
If a clod be
washed away by the sea,
Europe is the
less.
As well as if a
promontory were.
As well as if a
manor of thy friend's
Or of thine own
were:
Any man's death
diminishes me,
Because I am
involved in mankind,
And therefore
never send to know for whom the bell tolls;
It tolls for
thee.