¿Por qué Jobs, Zuckerberg o Gates no podrían haber nacido aquí? Los cinco secretos de la Innovación, por Andrés Oppenheimer


Este lunes tenía que estar en Galicia, haciendo coaching estratégico con el DG de una importante empresa gallega. Sin embargo, las malas condiciones climáticas y de mi propia circunstancia han aconsejado que lo posponga. He aprovechado la jornada para participar activamente en el Debate Virtual del Human Age Institute, para reuniones internas, de marketing, comerciales y de proyectos.
Ha pasado más de un siglo desde el “¡Que inventen ellos!” de D. Miguel de Unamuno (1906, precisamente el año de la teoría de la relatividad de Einstein).
He estado leyendo el último libro del gran periodista Andrés Oppenheimer (Buenos Aires, 1951), ‘¡Crear o Morir! La esperanza de Latinoamérica y las cinco claves de la innovación’. Hace poco le entrevistó una TV argentina: www.infobae.com/2014/10/20/1602994-andres-oppenheimer-su-nuevo-libro-la-innovacion-sera-uno-los-pilares-del-progreso
Admiro mucho a este galardonado periodista, columnista de ‘The Miami Herald’, presentador de un programa de CNN en español, autor del mensual ‘Informe Oppenheimer’ que se publica en 60 diarios de E.E.U.U. e Iberoamérica (‘La Nación’ de Argentina, ‘El Mercurio’ de Chile, ‘El Comercio’ de Perú o ‘Reforma’ de México),  y de siete best-sellers (entre ellos ‘Cuentos chinos’ y ‘¡Basta de historias!’) y ganador del Pulitzer, el Ortega y Gasset y el premio Rey de España. Andrés es uno de los intelectuales más influyentes de la región.
¿Por qué Iberoamérica (incluyendo España y Portugal) no produce un Bill Gates, un Steve Jobs, un Mark Zuckerberg? El autor ha viajado por todo el mundo y ha analizado ejemplos de éxito como Pep Guardiola, el chef peruano Gastón Alcurio, el estadounidense Bre Pettis (impresoras 3D) o el emprendedor británico Richard Branson en busca de respuestas, y se ha encontrado con cinco secretos de la innovación:
1. Crear una Cultura de Innovación: “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”. Los innovadores quieren vivir en “lugares vibrantes” (es el concepto de “Clase Creativa” de Richard Florida). El entorno crea a los genios y no al revés. Necesitamos un Messi de las ciencias y un Neymar de la tecnología, que sean premiados. Se aprende de los fracasos, no se les “castiga” para siempre.
2. Fomentar la Educación para la Innovación.
3. Derogar las leyes que matan la innovación.
4. Estimular la inversión en innovación. Mientras en EEUU el 70% de la inversión en I+D+i es privada, en Argentina es el 21%, en México el 43% y en Brasil el 46%.
5. Globalizar la innovación. En EEUU hay 235.000 estudiantes chinos, 97.000 indios, 71.000 coreanos, 45.000 saudíes, 20.000 vietnamitas… 16.000 mexicanos, 11.000 brasileños, 7.000 colombianos, 6.000 venezolanos, 2.500 peruanos, 2.400 chilenos y 1.800 argentinos. China posee 441.000 universitarios en el extranjero; España, 22.000; Brasil, 23.000 y México, 26.000. “Aplaudimos la globalización en el fútbol y no en las ciencias”.
Pensemos en el Silicon Valley. Cuando el autor trató de averiguar el secreto del éxito de este lugar, le sorprendió lo poco que tiene que ver con parques científicos o tecnológicos creados por los gobiernos, o con cualquier otro proyecto planeado desde arriba por las autoridades nacionales o locales. “El secreto de Silicon Valley está en la gente que vive allí, y su peculiar forma de pensar”.
Lo que los presidentes iberoamericanos que pretenden reproducir el modelo están haciendo son “proyectos inmobiliarios que no sirven para más que para proyectar una imagen ficticia de progreso científico y tecnológico”. Ejemplos: En Ecuador, Rafael Correa está gastando $1,040 millones en una “Ciudad del Conocimiento’’, Yachay, a dos horas de Quito. En Argentina, Cristina Fernández de Kirchner destina más de $30 millones anuales en una feria científica-tecnológica llamada Tecnópolis: “ciudad de la tecnología, de la innovación’’, “símbolo de la Argentina que queremos’’.
A pesar de tener grandes reservas de talento, Iberoamérica sigue siendo una de las regiones más atrasadas del mundo en lo que hace a la innovación productiva. Oppenheimer nos ofrece datos muy relevantes:
▪ En materia de patentes, Estados Unidos registró 57.000 patentes ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) de las Naciones Unidas al año pasado y Corea del Sur 12.400 patentes. Toda América Latina y el Caribe juntos registraron cerca de 1,200 patentes (Brasil registró 660, México 230, Chile 140, Colombia 80, Argentina 26, Panamá 18, Perú 13, Cuba 9 y Venezuela 1).
▪ De todo el dinero mundial en I+D, solo el 2’4% se invierte en América Latina, de acuerdo con la Organización de Estados Iberoamericanos, con sede en Madrid. El 37’5% se invierte en los Estados Unidos y Canadá, el 32’1% en la Unión Europea y el 25’4% en Asia.
▪  Las empresas privadas latinoamericanas lanzan al mercado 20% menos de nuevos productos que sus rivales en otras regiones del mundo emergente. Según un reciente estudio del Banco Mundial, el 90% de las empresas polacas lanzaron nuevos productos en el último año y solo el 40% de las mexicanas.
Pensemos en gente creativa como Gastón Acurio, el chef peruano que comenzó su carrera experimentando con las comidas del Amazonas, convirtió su restaurante francés en uno de comida peruana, e inició un movimiento de chefs peruanos que ha revolucionado la cocina de su país. Actualmente, Acurio tiene más de 40 restaurantes peruanos en Nueva York, Miami, Madrid, Bogotá, Buenos Aires y otras capitales del mundo, y la cocina peruana se ha convertido en un fenómeno económico que representa el 9% del PIB del Perú. Acurio se ha convertido en un héroe nacional y según las encuestas tiene un índice de aprobación mayor que cualquier político o figura pública peruana.
Luis von Ahn, el joven guatemalteco que a los 22 años co-inventó CAPTCHA (esas pequeñas cajitas con letras distorsionadas que uno tiene que copiar en la pantalla de la computadora para probar que uno es humano, y no un robot tratando de enviar correos basura), un programa ahora utilizado por personas en todo el mundo. Vendió una versión de su programa a Google por varios millones de dólares.
Alfredo Zolezzi, diseñador industrial chileno que inventó un sistema de purificación de agua de bajo costo que puede darle agua potable a muchos de los 780 millones de personas en todo el mundo. Zolezzi, que vive en Viña del Mar, ha inventado un dispositivo simple para convertir el agua contaminada en plasma, y la plasma en agua limpia. Comenzó probándolo dándole agua potable gratuita a 19 familias en un barrio pobre, y más tarde obtuvo la validación de su invento por parte de la Fundación Nacional de Sanidad de Estados Unidos.
Pero ¿por qué no hay más innovadores latinoamericanos como Acurio, Von Ahn y Zolezzi, que estén trascendiendo sus propios países y tengan un impacto mundial, como Steve Jobs, o Bill Gates?
La mayoría de los estudios señalan que se debe a que los países de América Latina tienen sistemas de educación de mala calidad, producen demasiados graduados en humanidades y demasiado pocos en ciencia e ingeniería, y porque carecen de ecosistemas favorables a las empresas que fomenten el espíritu empresarial y la innovación. Todo eso es muy cierto, y hay muchas estadísticas que prueban que estas problemas son muy serios.
Sin embargo, para Oppenheimer los mayores obstáculos a la innovación en la región son de una naturaleza diferente. La mayor traba a la innovación es la ausencia de una cultura de veneración a los innovadores y a los emprendedores, y la falta de tolerancia social con el fracaso individual.
En la mayoría de países de América Latina, hay decenas de millones de niños que quieren ser estrellas del fútbol, pero relativamente pocos quieren ser el próximo Premio Nobel de Química o un empresario de éxito. Por eso, mientras que Corea del Sur tiene 5.451 investigadores científicos por millón de habitantes, América Latina tiene sólo 560 (Fuente: Banco Mundial). “Esa cultura de veneración para los innovadores se puede crear, con la ayuda de buenas campañas mediáticas y jugosos premios para inventores productivos y emprendedores”.