Segunda jornada de la semana en Barcelona,
con reuniones internas de revisión del año y preparación de la nueva temporada.
Cena del Comité de Dirección en la Barceloneta, frente al Mediterráneo. Ha sido
un año intenso, del que podemos sentirnos sanamente orgullos@s.
Ayer en el AVE y después por la noche he
estado viendo el documental (escrito, dirigido y producido por Robert Weide)
sobre Woody Allen, un talento polifacético: cómico, músico (clarinetista),
escritor, actor. El cine, como director, le ha permitido generar su propio
mundo personal (algo similar a Charlie Chaplin) hasta convertirse en una Marca
poderosa en el séptimo arte.
A partir de los 5 años, se volvió un gruñón. Sus
abuelos llegaron a Estados Unidos desde Rusia. Su padre fue el dueño de un cine
de Brooklyn y acabó perdiendo su fortuna; su madre trabajaba para él. Fue ella
la que inculcó a sus hijos que tenían que estudiar. En el cine Midwood, junto a
su casa, vio muchísimas películas. A los 17 empezó a tocar el saxofón; y de ahí
al clarinete. Practicaba y practicaba. “Woody no hace nada que no crea que
puede hacer muy bien”, dice su hermana. Le gusta tocar el clarinete aún más que
dirigir películas. Sensibilidad musical, que le permite hacer grandes comedias,
muy emotivas.
Tras el Instituto, Alan Konisberg (su
verdadero nombre) empezó a escribir chistes para un periódico (por ejemplo, “un
hipócrita es un tipo que escribe un libro sobre el ateísmo y reza para que se
venda”). Escribía unos 50 chistes diarios, a 25 $. Con 17 años, ganaba más
dinero que sus padres. Desde entonces, lo escribe todo con una máquina de
escribir alemana, una Olimpia portátil, que está seguro que le sobrevivirá.
Se casó a los 18. En sus palabras, “ya había
ido al cine, a la bolera, a restaurantes… No le quedaba otra cosa que casarse”.
Salieron de casa de sus padres, pero no funcionó. En uno de sus monólogos,
decía: “Me casé con una mujer muy inmadura. Un día, mientras me estaba bañando,
entró de repente y me hundió mis barcos”. En 1965, le invitaron a ir a trabajar
a Tamiment, una zona de recreo donde había espectáculos en vivo de fin de
semana. Con 21, escribía para Sid Caesar, un genio de la comedia, junto a Mel
Brooks.
Woody se veía como escritor, pero no como un
cómico que saliera a un escenario. Otros le vieron así. Mort Sahl (que lo hacía
todo diferente: personal, fresco, innovador) fue su gran fuente de inspiración.
Woody Allen creó un estilo propio. Por ejemplo, “tengo que hablar de los
anticonceptivos orales. Hace unos días le pedí a una chica que se acostara
conmigo y me dijo: ¡No!”.
Una persona tan tímida como él sufría mucho
en el escenario. Pero de ahí salió en televisión (“así es como se forjan los
ídolos nacionales”): boxeó contra un canguro, cantó con un perro, cantó
(horriblemente) vestido de frac y con sombrero de copa…
¿Cómo entró en el mundo del cine? Cuando
actuaba en el Blue Angel (iban muchas estrellas allí), Shirley McLaine llevó a
un amigo, Charles Feldman, un productor. Le ofreció 20.000 $ por escribir ‘¿Qué
hay, Pussycat?’. Le modificaron casi todo. “Si la hubiera dirigido yo, sería
una peli muchísimo más graciosa, pero habría hecho menos dinero”. Desde la
siguiente, las dirigiría él. La primera, ‘Toma el dinero y corre’ (1969), un
pseudo-documental. Los ejecutivos de la productora no sabían qué opinar; sin
embargo, la cinta fue un completo éxito desde el principio.
En ‘Sueños de seductor’, conoció a Diane
Keaton y se enamoraron. Con United Artists rodó ‘Bananas’ (1971), ‘Todo lo que
quería saber sobre el sexo… pero temía preguntar’ (1972), ‘El Dormilón’ (1973).
Recogió influencias de Groucho Marx, Bob Hope e Ingmar Bergman: ‘La última
noche de Boris Gruchenko’.
El punto de inflexión fue ‘Annie Hall’: menos
carcajadas, mayor reflexión sobre los seres humanos. Cuatro Óscar: Mejor actor,
mejor actriz, mejor director, mejor guión (el año de ‘La guerra de las
galaxias’). “Tuvo la oportunidad de explorar sus límites como artista. Y la
aprovechó” (Martin Scorsese). Hizo un drama, ‘Interiores’. “Siempre ha deseado
que se le tome en serio. Es una bendición y una tortura”, ha declarado su 2ª
exmujer. La siguiente, ‘Manhattan’, en blanco y negro. La carta de amor sobre
Nueva York de un romántico, de alguien vulnerable. “Ten un poco de fe en la
gente”.
‘Recuerdos’ (1980), su película favorita, no
fue un éxito comercial. Influida por Fellini, el público no se identificó con
ella. Es una cinta sobre la sensibilidad artística y los problemas que eso
conlleva. Tras este fracaso, ‘La comedia sexual de una noche de verano’, de
vuelta a la comedia con Mia Farrow como musa.
En los 80, ‘Zelig’ (1983), ‘Broadway Danny
Rose’ (1984), ‘La rosa púrpura de El Cairo’ (1985), ‘Hannah y sus hermanas’
(1986), ‘Días de radio’ y ‘September’ (1987), ‘Otra mujer’ (1988), ‘Historias
de Nueva York’ y ‘Delitos y faltas’ (1989). En los 90, ‘Alice’, ‘Sombras y
niebla’, ‘Maridos y mujeres’, ‘Misterioso asesinato en Manhattan’, ‘Balas sobre
Broadway’ –en medio del juicio contra Mia Farrow sobre la custodia de sus
hijos-, ‘Poderosa Afrodita’, ‘Todos dicen I love you’, ‘Desmontando a Harry’,
‘Celebrity’, ‘Acordes y desacuerdos’, ‘Granujas de medio pelo’. “Si contratas
gente con talento y no les mareas, te dan lo que les ha llevado a ser lo que
son”.
El cineasta neoyorkino se convirtió en
cosmopolita: Londres (‘Match point’, 2005), Barcelona (‘Vicky, Cristina,
Barcelona’, 2008), París (‘Midnight in Paris’, 2011), Roma (‘Desde Roma con
Amor’, 2012), la costa azul a principios del siglo pasado (‘Magia a la luz de
la luna’) y de vuelta a los EE UU, a California (la espléndida ‘Blue Jasmine’,
2013, con Cate Blanchett). “Simplicidad”: es un director que cree en el relato,
en la palabra escrita. “It’s just story-telling”. Su productividad es propia de
los años 30 (John Ford, Raoul Walsh). De momento, 50 películas desde 1969; 4
Óscars y 14 nominaciones.
Además de ser un guionista fabuloso y elegir
muy bien el reparto, consigue que sus actrices y actores reciban un montón de
premios porque les da la libertad de hacer sus mejores actuaciones, sin
presionarles. “Todo el mundo tiene tantas ganas de trabajar con él que dan su
mejor versión para no decepcionarle”, ha comentado un crítico. La clave está en
un buen casting (selección para el desarrollo). “Es el mejor director de
actores con el que he trabajado”, Naomi Watts.
Y no tiene miedo al fracaso, porque no trata
de “superarse a sí mismo”, sino de hacer intuitivamente lo que cree que debe hacer
en cada momento. Al ritmo de una peli al año. “Cuando miro atrás, me agrada
comprobar que he cumplido mis sueños de infancia”, ha declarado Woody Allen.
Un documental muy valioso sobre uno de los
principales talentos del séptimo arte.