Jornada de reuniones internas con el equipo
de Right Management, de preparación de acciones de marketing y de coaching
estratégico (sesión final) con la DG de una empresa industrial que va de
maravilla. Variedad en la Gestión del Talento.
Me ha parecido fascinante la diferencia de
resultados entre el Mundial de baloncesto masculino (que jugamos en casa) y el
de baloncesto femenino en Turquía. Como todos sabemos, decepción en un caso,
ilusión en el de nuestras jugadoras. Valiosas lecciones que podemos aprender.
Ayer, Robert Álvarez nos regalaba un
interesantísimo artículo sobre las “pioneras de plata” titulado ‘¡Tomen nota,
chicos!’.
“Baloncesto, un Mundial, una selección
española de altísimo nivel, Estados Unidos como referente… Y a partir de ahí,
las comparaciones entre los chicos y las chicas pueden ser tan difíciles como
injustas. Sin embargo, resulta irresistible cotejar la frustración de los unos
hace menos de un mes en Madrid con el éxtasis de las otras ahora en Estambul.
Ellos, los Gasol, Navarro, Calderón, Rudy, Ricky y compañía arrasaron en los
seis primeros partidos del campeonato y lo tiraron todo por la borda en un día
en el que se les atravesó la selección de Francia. Un rival conjurado en torno
a un estupendo plan estratégico y con un buen equipo dirigido por Diaw, Batum y
Heurtel, pero claramente inferior en la suma total de sus talentos.
Aquel día, en aquel partido de cuartos de
final, supuraron en el equipo español todas las pequeñas y no tan pequeñas
disfunciones que se acostumbran a producir en cualquier colectivo: la distribución
de los papeles, los minutos de juego y los egos, la disciplina de grupo, la
exigencia del día a día, el principio de autoridad, el ascendente del
entrenador y su relación con los jugadores, etc. Pese a que España jugaba en
casa y contó con un equipo de ensueño quedó manifiesta una vez más la necesidad
de una gestión diligente y rápida para que esos y otros detalles no acaben por
corromper la absoluta e imprescindible armonía que requiere una selección de
élite con máximas exigencias.
El equipo de Mondelo ha tenido todo lo que le
faltó al de Orenga
No ocurrió así y el seleccionador Juan
Antonio Orenga acabó pagando el pato con su dimisión. Le facilitó las cosas al
presidente de la Federación Española, José Luis Sáez, que se había concedido un
plazo para procesar el fracaso y tomar cartas en un asunto que ardía entre la
afición y la crítica. Los jugadores admitieron que no se preparó adecuadamente el
partido y Sáez dejó planear un desliz por omisión: “Igual los que estábamos ahí
nos volcamos demasiado en la organización y cometimos errores por no estar más
cerca del equipo”.
La selección de Lucas Mondelo ha apretado de
firme en los días de mayor exigencia del campeonato. Ganó con una autoridad
inaudita a sus rivales de grupo y también a China en los cuartos de final. Y en
el partido clave, el que conllevaba mayores dificultades, el de semifinales ante
Turquía, exhibió una estrategia de juego apropiada, una concentración máxima y
una solidaridad de sus jugadoras insuperable. Y ahí, por supuesto, es donde
sale a relucir la calidad individual de jugadoras excepcionales como Alba
Torrens o Sancho Lyttle, el liderazgo y la maestría de Laia Palau, la pujanza
de Marta Xargay, la dirección de Silvia Domínguez y la aportación inteligente y
al servicio del grupo de Laura Nicholls, Leonor Rodríguez, Lucila Pascua, Nuria
Martínez, Laura Gil, Anna Cruz y Leticia Romero.
El equipo de
Mondelo tuvo todo lo que le faltó al de Orenga. Y, por supuesto, no estamos
hablando de una cuestión de calidad. ¡Tomen nota, chicos! De estas jugadoras de
baloncesto y de una generación de deportistas españolas que está marcando la
línea de la excelencia: Mireia Belmonte, Ona Carbonell, Duane Da Rocha, Ruth
Beitia, Laia Sanz, Carolina Marín, el conjunto de rítmica o la selección de
waterpolo.”
En mi humilde opinión,
hubo tres grandes diferencias entre nuestra selección masculina y femenina de
baloncesto. Una, de exceso de tensión. La tensión (y su respuesta, el estrés)
describe una curva con forma de U invertida. Hasta la mitad, la tensión es
constructiva (eustress), pero pasado un punto, es destructiva (distress). Ser los
anfitriones nos hizo pasar de ese punto, desgraciadamente.
La segunda
diferencia estuvo entre la ilusión por el proyecto (la selección femenina, en
ascenso, nunca había sido subcampeona del mundo) y la añoranza (la masculina ya
fue campeona mundial en Japón). Es lo que llamo “la ecuación de la juventud”:
un@ es viejo cuando sus añoranzas superan a sus sueños. Y la tercera, en la conexión
entre el liderazgo del entrenador y el sentido de equipo (orgullo de
pertenencia). Un entrenador no es un colega (como ha demostrado Mondelo), sino
un líder: marca la pauta (no la negocia), hace equipo (sin colegueo), inspira
energía (desde su ejemplo de optimismo, ilusión y aprendizaje).
Tomemos nota
tod@s. Mi agradecimiento a Robert por abrirnos los ojos en este sentido.