Hoy viernes he
participado en el Curso “Mujer y Liderazgo” de Aliter Business School en
Madrid. Se trata del curso con más ediciones de este tema en España.
Durante tres
horas, hemos estado trabajando “Talento, Liderazgo y Calidad Directiva”,
partiendo del ejemplo de la gran Concha García Campoy, que tan recientemente
nos ha dejado.
Fue la
coachtriz Carmen Santamaría (La hora de
José Mota) la que en su página de Facebook me abrió los ojos sobre el
artículo “Confesiones de un currito a las órdenes de una curranta: la Campoy”
de Miguel Rabaneda. Todo un reconocimiento a una buena líder por parte de un
colaborador. Lo hemos utilizado como “método del caso”.
El artículo de Miguel, que puedes leer en el
blog www.contalentotv.com, comienza
así: “Acababa de firmar el mejor contrato que había tenido nunca
cuando me llamó ella. Fue clara, sabía lo que quería ¿A mí? Ay mi mare…
Me dijo lo que
cualquier profesional quiere escuchar: “he visto tu trabajo y quisiera
tenerte en mi equipo haciendo lo que más te gusta” Ya. Esto ya lo había
oído antes. Pero va ella y lo cumple. Y así podría decir que fue
como trabajé tres años como reportero de Las mañanas de
Cuatro a las órdenes de la jefa. Pero es falso.”
Y entonces
Miguel Rabaneda pasa a relatar lo que él llama “las tres mentiras”:
“Primera
mentira. ¿Concha jefa? ¡era la antidirectora de este
mundillo!: venía con los deberes hechos y escuchaba al equipo. Guau.
Pues no busquen en la televisión actual, se extinguió con la Campoy.
Segunda mentira. ¿A las órdenes?
Nunca me ordenó nada… salvo alguna cosa, como aquel día
antes del primer programa: “Miguel, cuando estés en plató conmigo, si
te tienes que meter con mi pelo o lo grandes que son mis zapatos, no te cortes”.
Yo soy un mandao… así que, confieso que no sólo me reí en directo
de sus tacones del 42 - era grande por donde la
miraras - también le canté, le bailé y le saqué hasta los
colores. Que lo suyo fuera informar con rigor, no quita que
fuera igualmente rigurosa para reírse cada día de si misma. Y lo
practicaba a diario.
Tercera
mentira. No fueron tres años, para mí que fue una luna de miel de quince
días, porque los pasé aprendiendo, respaldado, enamorado de una mujer
humilde que vibraba con su profesión y lo contagiaba.”
Y añade
cualidades como la serenidad y el respeto al equipo: “Y es
que debo confesar que Concha hacía televisión con la aparente relajación
con la que conducía sus programas de radio, pero con focos, trajes
prestados, maquipelus y demás artificios propios de la
tele. Ahora bien, pregunta para las gentes del medio ¿Quién
cojones se hace respetar y querer por todos y cada uno de los
curritos que crean un magazine de televisión? Nadie. Nadie, salvo
alguna moza a la que le da por respetar al equipo: leyendo el
trabajo de los guionistas, siguiendo las pautas de los técnicos,
delegando protagonismo en los enviados a pie de calle, valorando el trabajo en
la sombra de producción, redacción y editores; y además,
entrando a los despachos, cuchillo en boca, para salvar hasta el último
puesto de trabajo, poniendo el suyo por delante. Y aquí, también confieso que
sé de que hablo.”
El autor
concluye: “Decenas de compañeros de la Campoy hemos estado conspirando durante su
enfermedad - con sus tres manos amigas al frente, Inés, María Jesús y
Juanra - para que este día no llegara nunca. Por su forma de ser y de
afrontar la vida, nadie se lo esperaba. Pero fiel a sus principios,
La Campoy ha sido curranta hasta el final, lucha
que te lucha, irradiando positividad y energía cuando eras tú el que debías
animarla a ella. Al menos es lo que me ocurrió cuando la acompañé en
directo en su última reaparición. Aunque ya puestos
a sincerarnos, tenía sus defectos también, como salir de fiesta
con el equipo, darlo todo y retirarse a la francesa. Vaya. En mi
última conversación prometió celebrarlo y me temo que nos la ha
vuelto a hacer. Sabremos perdonárselo ¿no, amigos?”.
Miguel
Rabaneda, como colaborador de Concha García Campoy, reconoce en su jefa
cualidades como Preparación, Escuchar al equipo, Orientar (en lugar de mandar),
Respaldar, Capacitar (la líder-coach), la Humildad, el Entusiasmo, el
Reconocimiento, la Delegación y (muy importante en los tiempos que corren) la
firme voluntad de salvar el empleo de su gente.
Admirar a una
líder como Concha significa poner en práctica aquello en lo que ella destacaba.
Esas características de liderazgo que la hacían especial.
Ya sabes, el
liderazgo es un talento para influir decisivamente en los demás (en el caso de
la Campoy, como una gran voz radiofónica y una imagen televisiva).
El Liderazgo es
clave para atraer talento (lo hemos visto en el caso de Miguel Rabaneda), para
fidelizarlo, para desarrollarlo y para crear un clima de alto rendimiento. En
un 70%, responsabilidad de quien dirige el equipo.
Desgraciadamente,
hay pocas “Conchas” y mucho jefe tóxico a nuestro alrededor (y especialmente en
los medios de comunicación, como en las universidades y en los partidos
políticos, refugios de “inteligencia fracasada”). Por eso, iniciativas como la
de “Mujer y Liderazgo” de Aliter con tan valiosas. Gracias, Martín, Marta y a
todo el equipo por contar conmigo para estar ahí.