El arte de la prudencia


Estupendo comienzo de semana en Galicia. Vuelo Madrid-La Coruña con Iberia a las 7,25 de la mañana, desayuno en el Club Financiero de la ciudad donde nadie es forastero y de ahí a Santiago de Compostela.
Hoy he tenido la oportunidad de estar en directo en el programa La Revista de la TVG (Televisión de Galicia), para hablar de la Felicidad, de la revista KONEKTO (en este mes de julio, un nuevo número) y del libro Messi, Falcao y Cristiano Ronaldo. Le agradezco a la presentadora, Bibiana Rodríguez, la entrevista que me ha realizado. Y mi gratitud también a la presentadora del programa, Tati Moyano, y a todo su equipo. Me he sentido muy a gusto en este magazin (me han preguntado en gallego y he contestado en castellano, porque en gallego todavía no puedo mantener una conversación fluida, pero ya aprenderé).
Almuerzo con todo el equipo en Montanera, en el centro de La Coruña. Lo hemos pasado de maravilla, lo que es un buen termómetro del clima laboral. Julio nos ha regalado a cada un@ un ejemplar de El arte de la prudencia de Baltasar Gracián (1601-1658), su libro de cabecera. Es muy generoso por su parte no solo el regalo, sino compartir con nosotr@s su guía.
De las 300 sentencias de este libro tan práctico, me quedo con éstas:
“Trata con quien puedas aprender. Convierte siempre el trato amigable con gente que sean escuela de erudición, y cuya conversación sea enseñanza culta. Haz de tus amigos maestros, aprovechando el gusto de conversar para el útil aprendizaje.
Refina lo que te dio la naturaleza. No hay belleza que no haya sido trabajada, ni virtud que no luzca bárbara sin el brillo de la elaboración. Lo que se pule mejora lo malo y perfecciona lo bueno. Si te quedas en lo que te dio la naturaleza, serás común y corriente. Aplícate cada día al arte de superarte. 
Obra siempre con una intención inesperada. Apunta hacia un objetivo, para deslumbrar, amaga al aire con destreza, pero en la realidad ejecuta lo que nadie espera, dejando siempre lugar para disimular tus verdaderos fines. 
Valora más la calidad que la cantidad. No consiste la perfección en la cantidad, sino en la calidad. Todo lo muy bueno ha sido siempre poco y raro. No se valora mucho lo que existe en abundancia.
Nunca caigas en lo vulgar. No te dejes llevar por el gusto. Gran sabio es el que se cuida de preferir lo que prefieren los muchos.
Vive siempre en disposición de dar a los demás. Quien gobierna gana gran crédito si da, si hace el bien. Es la elegante manera del soberano conquistar el afecto de todos. 
Descubre tu principal virtud. Has de saber en qué profesión eres más capaz, y cultivar eso, y usarlo para ayudar a los demás. Cualquiera puede conseguir la prestancia en algo, si descubre que esa es su vocación.
Pondera bien las cosas. Muchos ponderan siempre al revés, por darle mucha prominencia a lo que no la tiene, y darle poca a lo que realmente la tiene.
Conoce el liderazgo natural. Tiene una secreta fuerza que le da superioridad. No viene de molestosas formas artificiosas, sino que surge de manera espontánea. Es hombre al que siguen todos, sin advertir cómo.
Huye de los conflictos, que siempre traen otros. Es de los primeros requerimientos de hombre comedido. Los más capaces e inteligentes están siempre lejos de caer en esas situaciones problemáticas.
Si tienes grandeza interior, eres persona mejor. Siempre valdrá más lo interior que lo exterior. Sujetos hay que son sólo fachada, como casas a medio acabar, porque les faltó fuerza interna: tienen entrada de palacio y habitación de choza.
Sé juicioso y observador. Así dominarás las situaciones, en vez de que ellas te dominen a ti. Penetra con tu pensamiento hasta lo más profundo, aprende a analizar y juzgar todo. Cuando veas a una persona, estudia y valora su esencia profunda. 
Nunca te faltes el respeto. Ni pelees contigo mismo a solas. Sea tu misma entereza la norma que guíe tu rectitud, y témele más a la severidad de tu dictamen que a los preceptos externos que prediquen otros.
Es importante que sepas elegir. Generalmente, de esto depende tu vida. Se fundamenta en el buen juicio y el recto pensar, para lo cual no bastan inteligencia y estudio. Se necesita sobre todo el discernimiento.
Debes tener buenas respuestas repentinas. Hay hombres que bajo presión hacen todo mejor. Suelen ser fenómenos que repentinamente en todo aciertan, y errarían si los dejaran pensar.
Adáptate a la situación, y usa tus recursos con moderación. No has de mostrar tus conocimientos en el trato con todos, ni de emplear más fuerzas de las que son necesarias para conseguir algo.

Debes saber decir que no. No todo lo que te piden has de concederlo, ni a todos. No conceder es tan importante como saber conceder, y en los que gobiernan, es urgente dominar esto. El secreto está en el modo en que lo hagas.
Aprende a llevarte bien con todos. Sé docto con el docto, y con el santo, santo. Es el secreto para ganártelos a todos, porque la identificación con el otro concita benevolencia.
Cuídate al interpretar lo que te cuentan. Dependemos mucho de lo que nos cuentan. Es muy poco lo que podemos ver directamente, y hay por ello que oír lo que nos dicen. El oído es la segunda puerta de la verdad y primera de la mentira.
Aprende a usar a tu favor a los enemigos. Un acto de agresión puede advertirte de muchas dificultades que jamás podría aclararte un acto a tu favor. Los enemigos te permiten descubrir tus virtudes y defectos, y así fabrican tu grandeza. Más peligrosa es la lisonja que el odio.
Cuídate de los chismosos. Hay mucha gente vulgar cuyas cabeza, ojos y lengua están al servicio de la malicia y el descrédito. Son voces que manchan el prestigio y la reputación. Cuando lleguen a ti, dales el puntapié del indiferente desaire.
Conócete a ti mismo. No podrás nunca dominarte si no te comprendes a ti mismo, en inteligencia y saber, en órdenes y amores.
Gánate el afecto de los demás. Es uno de los primeros y mayores mandatos del Creador, que supo preverlo. Por el afecto entra el concepto. Es decir, no basta tener razón en lo que dices: debe decirse con amor. Algunos confían sólo en sus argumentos, pero es difícil convencer sin darse a querer.
Cuando tengas fortuna, prepárate para cuando no la tengas. Aprovecha el cálido verano y prepárate a recibir el duro invierno.
Evita la rivalidad y no se sabrá tu debilidad. Cuando entras a polemizar, buscando deslucir a otro, te desluces tú. Son pocos aquellos para los que es buena una pelea, pues la riña hace público los defectos que guardaba la cortesía. Muchos tuvieron reputación hasta que entraron en disputas.
Debes saber convivir con quienes te rodean. También con los que te muestran odio. Hay que lograr un entendimiento con los que estamos obligados a convivir. La gente de dificilísimo carácter es problemática estando lejos o cerca. 
Trata siempre con gente de palabra. Tienes la ventaja de que puedes comprometerte con ellas y comprometerlas contigo. La mejor razón para confiar en este tipo de personas es su manifiesto sentido de responsabilidad, porque aún en las disputas se comportan con respeto al otro.
No está mal que te equivoques, si sabes disimular y rectificar. Sé discreto en tus afectos y disimulado en tus defectos. Todos nos equivocamos, pero los habilidosos saben rectificar sus errores, mientras los torpes hacen más grandes los suyos.
Nunca te quejes. El que se queja se desacredita. Es más probable que quien te escucha se moleste en vez de consolarte.
Tan importante es que seas virtuoso como que lo parezcas. Las cosas no se recuerdan por lo que son sino por lo que parecen. Ser virtuoso y saber mostrarlo es ser dos veces virtuoso.
 El arte de la prudencia es un gran compañero de viaje, para el viaje de la vida. ¡Qué gran libro! ¡Qué sentencias más sensatas! Debemos analizarlas y seguirlas (si puede ser, con ayuda de un/a coach) hasta convertirlas en hábitos. Gracias, Julio, por tan maravilloso regalo.