Espasmos y agonía en la política y los medios


8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, siempre trabajadora. Mis felicitaciones a todas vosotras, que poseéis más talento que nosotros. Con la excusa de la “crisis”, se agrava la desigualdad social y de género; toda una lástima.
Tras Extremadura (patronato de EBS), Madrid (promo y presentación de El per-verso libro de las carencias del alma), País Vasco (Cine Forum con Intocable en San Sebastián) y Cataluña (Programa Dirección de colaboradores en Barcelona), cierro la semana en Andalucía, en Sevilla, con Supermercados MAS, una empresa de distribución a la que admiro particularmente.
En total, seis sesiones (tres fines de semana) para trabajar juntos la Dirección Meritocrática de Recursos Humanos. Algo clave en las empresas ganadoras, en las que salen fortalecidas de este cambio de ciclo (del Capitalismo al Talentismo). En qué consiste en mérito, cómo convertir una empresa en una meritocracia (con el talento en el centro) desde la captación y selección hasta la desvinculación (ya no existe el “empleo para toda la vida”). Un aprendizaje fascinante que compartir.
Me gusta leer las columnas de David Trueba en las páginas finales de El País. El pasado miércoles, antes de ayer, titulada Espasmos.
“La política y los medios se parecen en que ambos funcionan a espasmos. Con contracciones incontrolables, cercanas al tic. En nuestras televisiones los espasmos son de dos tipos. Por un lado, el dramático. Las cifras empujan al país a la tercera división mundial, la corrupción local se ha extendido como una metástasis incontrolable, de postre hay pastel caca en lugar de chocolate y hasta Rodolfo Langostino va destino al paro. Pero llega el espasmo contrario y regresa la chacota, la feria de vanidades y monstruos y un chapuzón al agua. Todo coronado con un chiste de Falete o Corinna. (…)
El Gobierno funciona a espasmos similares. En el drama contable busca la solidaridad y la compresión de los que pagan la factura del desastre. Hay una parte seria con la vicepresidenta Soraya o De Guindos al mando. Pero la fuga de agua del cachondeo que provocan otros miembros del gabinete en plena crisis hunde los esfuerzos. La crítica más brutal a estos personajes consiste en emitir sin tocar sus declaraciones. Esos vídeos son la más catastrófica imagen de descontrol. Capitaneados por ese Montoro que un día sí y otro también acusa al vecino de no pagar impuestos y luego ese baile de Los Pajaritos al que Bárcenas somete a la cúpula de su partido cada amanecer, cuando divorcia parejas y destartala despachos. A una España en traje de drama, de pronto le pegan otro chapuzón de cachondeo. Y nadie sabe qué bañador ponerse para salir a ahogarse.”
Y ayer, Agonía y cierre. Así empezaba David Trueba: “La agonía y muerte del presidente Hugo Chávez ha sido el último capítulo de una biografía política que no puede entenderse aislada del fenómeno televisivo. En Chávez, como de otra manera en Berlusconi, todos los caminos confluyen en los medios. Fue tras la asonada militar fallida de 1992 cuando Hugo Chávez entró directo en el universo televisivo, al exigir que su discurso de rendición se retransmitiera en la cadena pública, con la boina roja y aquel desafío dialéctico que se haría real: “Por ahora”. La revolución bolivariana había fracasado “por ahora”, pero aquel teniente coronel paracaidista, tras un paso forzosamente breve por el presidio y luego la amnistía, aterrizó con un triunfo reiterado en las urnas. Comparecía cada semana en su programa Aló, presidente, en pugna por no perder nunca el cordón umbilical con el pueblo que le proporcionaba la televisión. (…) En esas contradicciones ajenas estuvo el mejor combustible de este fotonovelero líder grandilocuente, telepredicador de los mitos bolivarianos, que se garantizaba una amplia aceptación con solo el recuerdo de las décadas de corrupción de las élites y de indiferencia general hacia el destino de los venezolanos más pobres. Nadie aprende la lección según la cual las injusticias sociales y la desigualdad abren las ventanas mediáticas al discurso ensoñador y mesiánico. Esa fue la música que tocó Chávez desde la pantalla amiga, mientras guerreaba contra las hostiles.”
 ¡Qué tiempos! Política y medios, agonías y espasmos. En este cambio de ciclo, según los datos del CIS, los periodistas y los jueces sufren la peor valoración pública, peor que los escritores, fontaneros, barrenderos y camareros (los médicos y los profesores, los de mejor valoración).
Mi gratitud a l@s buen@s periodistas y a l@s buen@s jueces, y sobre todo a l@s buen@s directiv@s. Un país con jueces y periodistas tan desacreditad@s tiene mucho que hacer por delante.