Jornada desapacible en Madrid. Nuboso por la mañana, lluvioso por la tarde. Paseo matinal de tiendas y compras con Zoe (en la Gran Vía, en
la Castellana, en Plaza Norte de Alcobendas) y tarde jugando al fútbol juntos, hasta que ha empezado a llover y nos hemos refugiado en casa viendo sus canales infantiles de televisión, que todos los padres conocen (Disney, Nickelodeon, Clan, etc).
Ayer llegué a la puerta de embarque a las 21.31 h, tres minutos antes
de que la cerraran (vaya, el vuelo de Iberia salió puntual cuando menos lo
necesitaba uno; el concierto de Luis Miguel en el IFA de Elche provocó un
cierto caos circulatorio). Había comprado en El Corte Inglés de Alicante el
libro 18’ Encuentre su foco, controle las distracciones y consiga hacer lo
realmente importante, del consultor estadounidense (desconocido para mí, lo
confieso) Peter Bregman. ¿Qué me animó a adquirirlo? La referencia de mi admirado
Daniel Pink, en la contraportada: “18 minutos es una guía verdaderamente
inteligente, asequible y, sobre todo, muy práctica, y que contribuirá a
potenciar su eficacia y a incrementar su satisfacción. Yo lo he comprobado en
mi propio trabajo. Usted también lo notará”. Pensé que, si no quedaba
satisfecho, mandaría un twitter a Pink (medio en broma, medio en serio)
comentándole que no recomendara libros que no fueran excelentes.
Y sin embargo, este lo es. No suelo leer libros de “gestión del tiempo”
(excepto los de David Allen, que merecen la pena); sin embargo, éste nos ayuda
a poner el foco en lo realmente prioritario.
Parte de un concepto poderoso: “El tiempo es lo único que no podemos
recuperar una vez que lo hemos perdido”. Y cita a su amigo el rabino Hayyim
Angel, que siempre que tiene una cita se lleva algo para leer. “Porque según el
Talmud si alguien llega tarde a una cita está cometiendo el pecado de robo:
roba tiempo a la persona que le espera. Y es la peor clase de robo, porque el
tiempo nunca puede recuperarse. Yo no quiero que nadie peque por mi culpa, de
modo que siempre me aseguro de que, si debo esperar, nunca puedan robarme el
tiempo”. Muy sabio.
18 minutos es “una metodología completa para gestionar el tiempo”, en
cuatro partes y una conclusión.
1ª Haga una pausa. Para ello conviene: Bajar el ritmo (“No es sencillo
imponerse a la inercia”), Hacer una breve pausa (“Si respiras hondo y retrasas
la acción, das tiempo al córtex prefrontal para que controle la respuesta
emocional”), Descansos regulares (“El Sabbat es el día de descanso y oración
para los judíos. Empieza cuando cae el sol el viernes y acaba cuando oscurece
el sábado. Los judíos practicantes no pueden
trabajar, ni viajar, ni utilizar ordenadores ni teléfonos, ni ver la
televisión. (…) La idea es que durante seis días los judíos dedican toda su
energía para cambiar el mundo. El séptimo día lo dedican, sencillamente, a
observar y disfrutar del mundo tal como es, sin cambiar absolutamente nada”; es
como el entrenamiento de la maratón), Ver el mundo como es y no como esperas
que sea (no confundir las expectativas con la realidad), Explorar nuevas
facetas de uno mismo (“Formar nuestra identidad sólo a partir del trabajo puede
restringir nuestro sentido del yo y hacernos vulnerables a la depresión, a
perder nuestra autoestima y a carecer de objetivos cuando nuestro puesto de
trabajo está en riesgo”, Paul Rosenfeld, profesor de psiquiatría de la
Universidad de Columbia), Descubrir su potencial (“No se conforme con ser menos
de lo que es. No es justo para los demás y no es justo para usted”), Saber qué
resultado persigue (“le permitirá centrarse en lo importante y evitar el
torbellino de actividad que a menudo no le lleva a ninguna parte de forma
efectiva”).
2ª. ¿Qué voy a hacer este año? La intersección de los cuatro elementos:
Aprovechar nuestras virtudes (Ivan Arreguin-Toft analizó todas las guerras en
los últimos 200 años en las que un ejército era más de diez veces más fuerte
que el otro. En un 30% de los casos, ganó el más débil; siempre que
reinventaron las reglas del juego a su favor), Aceptar nuestras limitaciones
(“Las novelas más interesantes son aquellas en las que los defectos y las
virtudes no se pueden separar”, Malcolm Jones, editor de Newsweek), Valorar
nuestras diferencias (“No desperdicie el año, ni su ventaja competitiva,
intentando pasar desapercibido”), Perseguir nuestra pasión (“Una forma de
recuperar la pasión es dejarnos guiar por nuestros deseos. Cuando escoja su
objetivo del año, preste menos atención a los “debería” y más a los “quiero”).
Perseguir la pasión con perseverancia (el autor cita a Malcolm Gladwell y las
10.000 horas de práctica deliberada), con calma (recordando la famosa frase de
Woody Allen, el 80% del éxito consiste en mostrarse –estar en el lugar adecuado-),
con significado (según Bronnie Ware, en su artículo –y libro- “Los cinco
remordimientos de los moribundos”, el más habitual es “Ojalá hubiera tenido el
valor de vivir una vida siendo fiel a mí mismo y no a lo que los demás
esperaban de mí”; el segundo es “Ojalá no hubiera trabajado tanto”; por cierto,
si queremos conocer los cinco: http://noticiasmontreal.com/18247/los-5-principales-remordimientos-de-moribundos-convertidos-en-un-best-seller/),
Evitar la estrechez de miras (fijarnos en las señales orientativas), no
rendirse después de fracasar (después de “errar el tiro”, podríamos decir,
porque de un error se aprende y del fracaso, no), Evitar la parálisis (“no
permita que un futuro incierto le paralice; siga avanzando”), Evitar juicios
precipitados (“El momento para juzgar su éxitos o sus fracasos es nunca”), y
Fijarnos objetivos anuales (tanto en los negocios como en la vida personal).
3ª ¿Qué voy a hacer hoy? Para aprovechar de verdad el tiempo:
Planificar (con obstáculos y fuentes de ayuda), Decidir qué hacer (lo que en
coaching estratégico llamamos “hitos del plan de acción”), Decidir qué no hacer
(ignorar es tan importante como prestar atención), Usar el calendario (decidir
cuándo y dónde hacer lo que hay que hacer), La regla de las tareas (no dejar
nada en la lista de tareas más de 72 horas), Una pequeña interrupción cada
hora, Minutos nocturnos (para revisar el día: éxitos, aprendizaje, relaciones y
agradecimiento). Un ritual de 18 minutos: 5’ matinales para empezar el día; 1
minuto cada hora (8 en total), para reorientarnos; 5 minutos finales nocturnos.
4ª ¿Qué voy a hacer ahora? Controlar las distracciones: Prescinda de la
“necesidad de estar motivado” (crear un entorno que facilite de forma natural
lo que queremos hacer), Nunca se salte la dieta cuando esté mirando la carta de
los postres (cuidado con los momentos en los que uno es vulnerable; lo que
algunos llamamos “dilemas”), Divertirnos (“La diversión reduce la necesidad de
motivarnos, porque nos motiva de por sí”), El doble golpe (“El miedo puede ser
un catalizador útil del cambio; luego, ese cambio se mantiene con el placer. Si
necesita ayuda para cambiar no escoja uno u otro, sino primero uno y después
otro”), Ser el protagonista de una buena historia (la que inspire para ir en la
dirección correcta), No perjudicarse uno mismo (usar la mente de la forma
adecuada), Decir que sí solo cuando uno debe hacerlo (asertividad: preguntarse
¿Soy la persona adecuada? ¿Es el momento adecuado? ¿Tengo suficiente
información?), Decir que no con firmeza (decirlo en serio, sin malgastar el
tiempo innecesariamente), No esperar demasiado para abordar una cuestión con
alguien, Aumentar el tiempo de transición (entre una tarea y otra) o
disminuirlo (crear un límite para adaptarse a la nueva realidad), Gestionar la
tensión de la relajación (en vacaciones, descansar y conectar programadamente),
Crear distracciones productivas (“cuando quiera hacer algo, concéntrese. Cuando
quiera no hacer algo, distráigase”), Evitar cambiar de tareas (si uno se
distrae al recibir una llamada o un e-mail, cae 10 puntos en su cociente
intelectual, que es el doble de haber fumado marihuana; nunca haga dos cosas a
la vez, cero interrupciones), Superar el perfeccionismo (“El mundo no
recompensa la interrupción, sino la productividad”) y no acostumbrarse a la
imperfección (mejor prepararla, anticiparla), ser flexible (“No use una pelota
de baloncesto en un campo de fútbol”, “No pierda de vista la pelota, sea la
pelota que sea”).
Conclusión: No tenemos diez reglas de oro. Según un estudio del The New England Journal of Medicina, 811 adultos siguieron cuatro dietas
diferentes. 6 meses más tarde, habían perdido 6 kilos de media; dos años
después habían recuperado 1’5 kilos. Sin importar qué dieta habían seguido. Una
dieta es un cambio de conducta (consumir menos calorías). Por eso, “elija algo
que, en su opinión y dada su situación particular, le cambiará la vida. Elíjalo
y luego hágalo”. “Si quiere superar uno de sus defectos, escoja uno solo y que
sea importante”.
Un libro muy pero que muy interesante. Lástima que no mencione ni una
sola vez el coaching, que es el proceso más útil que se ha inventado
precisamente para conseguir lograr lo que uno se propone. En la encuesta que
ayer Paco Carreras nos presentaba en Fundesem, el 92% de los pupilos (coachees)
estaba encantado con el proceso y el 96% repetiría.
Gracias a Dan Pink por recomendar 18’, a Peter Bergman por
escribirlo, a su mujer Eleanor (en los agradecimientos del autor, le dice: “Gracias
por quererme como soy y por animarme a superarme (…) Me haces mejor persona,
consigues que me resulte más sencillo asumir riesgos”; ¿no es esa la esencia
del amor?) y al estupendo taxista que ayer me llevó desde Fundesem al
aeropuerto de Alicante en un tiempo récord.