Austeridad, Recortes, Eficiencia

De nuevo hacia Galicia, esta vez a La Coruña, para impartir el Seminario de Entrenamiento en Competencias y Habilidades Directivas en el ámbito sanitario para el Colegio de Médicos de A Coruña, patrocinado por MSD. Un programa de 20 horas: este viernes de 16 a 21 y mañana sábado de 9 a 14 horas, un servidor para trabajar el Desarrollo Directivo en la Sanidad: El liderazgo de los Jefes de Servicio. Y el 13 y 14 de abril, Emilio Duró sobre Liderazgo personal y profesional clínico.

Mi agradecimiento a la treintena de jefes de servicio de los mejores hospitales de la provincia (Coruña, Santiago, Ferrol), al gerente del Colegio de Médicos, a Manuel y Belén por parte de MSD… Ha sido estupendo aprender juntos a lo largo de esta tarde.

Y después, cena en Manolito (c/ Ramón y Cajal, 45), junto al hotel, con Mar y Enrique: empanada gallega, salpicón de marisco, lacón… deliciosa la gastronomía de esta tierra.

He estado leyendo distintas publicaciones en el vuelo desde Madrid. En la prensa económica se comentaba el “gesto de austeridad” del gobierno de España: un techo de gasto extremadamente austero para vencer las reticencias de la Unión Europea. En la contraportada de Expansión, Ignacio de la Rica hablaba de los Directivos atípicos. Refiriéndose a las empresas del IBEX 35, decía lo siguiente: “La facturación creció casi un 14%, lo que revela éxito comercial, pero también que el negocio habitual ha perdido más de un 8% de rentabilidad sobre las ventas. Otro indicador de una gestión mejorable… A los directivos “típicos” se les paga por incrementar el rendimiento de los recursos, tanto los ingresados con las ventas como los activos totales o los recursos propios. Pero las ventas del IBEX 35 gozan de unos consejeros “atípicos” que se suben la paga un 1’3% cuando sus empresas reducen un tercio sus beneficios. Seguro que ellos son capaces de explicarlo, pero yo no sé cómo se come…”

Ay, el rendimiento de los recursos. En el mismo periódico, el catedrático Clemente Polo trata el proceso Del tijeretazo de Zapatero a los hachazos de Rajoy y resalta: “La UE deberá flexibilizar el objetivo del déficit so pena de generar una recesión más grave”. En El País, Fernando Vallespín escribe: “Después de nuestra breve travesía por la sociedad de la opulencia hemos entrado en la sociedad de la frustración. Quizá en algo peor, en la era de las expectativas permanentemente insatisfechas”. Cunde la desazón, la impaciencia. “El discurso tecnocrático sólo se sostiene, sin embargo, si es capaz de ofrecer resultados, su legitimidad se mide por la eficacia”. Y concluye: “O esto se arregla pronto o el Gobierno va a necesitar mucha, pero que mucha, imaginación”.

¿Son los tijeretazos igual a la austeridad? ¿Es la austeridad lo mismo que la eficiencia? Me temo que sólo los verdaderos gestores (y no los tecnócratas disfrazados o no de políticos) lo saben. En Actualidad Económica, Marta García Aller (una de las mejores periodistas económicas de nuestro país), entrevista a Juan Roig, el dueño de Mercadona. Su empresa es una de las ganadoras de esta crisis, por su oferta de precios bajos constantes y de marca propia de calidad (algo parecido a Ikea o a Walmart). En otoño de 2008, planteó una cruzada interna: “Vamos a eliminar todo lo que no añada valor y que el cliente no esté dispuesto a pagar”. Ha bajado los precios más del 14% desde 2009. Sólo en 2010, son 2.200 M €. Saber escuchar continuamente al cliente (“el jefe”, como dicen ellos): la media que tarda en decidirse por un producto es de 7 segundos, frente a los 20 segundos de la competencia (el triunfo del Neuromarketing). Apenas invierte en publicidad (como Zara) y por tanto fomenta el boca a boca (los clientes son los mejores comerciales).

Gestores como Juan Roig (que lleva 30 años en el negocio) saben que la eficiencia (aportar valor al cliente y eliminar todo lo demás) no es lo mismo que austeridad, si ésta incluye no invertir en lo que se debe. En sus palabras: “La cultura del esfuerzo, del mérito y la responsabilidad debe ser recuperada”.

Si recortamos sin ton ni son y nos cargamos el orgullo de pertenencia de los profesionales (clave de la eficiencia), estamos hipotecando el futuro. Si ponemos un techo de gasto que incluye congelar la inversión (en I+D, por ejemplo), la anorexia es casi segura. El pilar de la productividad es el talento (atraerlo, fidelizarlo, desarrollarlo, convertir el talento individual en equipo), alimentando el compromiso. El pilar de la eficiencia es, como he dicho, el orgullo de pertenencia. Y el puente entre ambos es el liderazgo a todos los niveles de la empresa.

Hasta que los dirigentes de toda Europa no aprendan a distinguir la supuesta austeridad de la auténtica eficiencia, como hacen los grandes gestores, nos esperan tiempos oscuros.

Mi agradecimiento a quienes son verdaderamente eficientes y productivos en el ámbito sanitario, en las empresas públicas y privadas, en el terreno del deporte.