¿Podemos como jefes ser justos?

Segunda jornada en Oporto, impartiendo Talento, Liderazgo y Coaching a los alumnos del VII Programa Internacional Executive MBA de la Escuela de Negocios Novacaixagalicia. Hoy hemos trabajado, de 8 a 13 horas, el Liderazgo y su Desarrollo desde el modelo de los 9 vectores (Estrategia-Equipo-Energía) y el autodiagnóstico de los participantes para elaborar el plan de acción.

Cuando he comentado “Los 10 pecados capitales de los jefes”, según las enseñanzas de mi buen amigo Leo Farache (ex Consejero Delegado de Movierecord y actual DG de MásCuota), uno de los participantes (José Loureiro, directivo de El Corte Inglés) se ha referido al último de los pecados, “El jefe es injusto”. ¿De qué depende que el jefe sea justo o no lo sea?

Efectivamente, la justicia es una “zona errónea”, como diría Wayne Dyer. No es justo ni injusto que la gacela sea comida por el león ni lo es que escape de sus garras. Así es la vida y la naturaleza. Lamentarse porque algo “no es justo” no ayuda nada.

Sin embargo, es importante para un líder que su equipo considere que las decisiones que toma son ecuánimes, son equitativas. Es una cuestión de percepción, plenamente subjetiva. Si los colaboradores consideran que uno “no es justo”, la credibilidad queda muy tocada.

¿Cómo parecer más justo? ¿Cómo ser percibido por los demás como ecuánime? Las claves son tres C:

- Criterio. Hemos de clarificar las expectativas, explicar cuáles son las reglas del juego, y cuáles son las consecuencias de saltárselas. En este sentido, no puede haber sorpresas. Seremos percibidos como “injustos” si, de repente, tomamos una decisión que no estaba prevista.

- Consciencia: Las decisiones han de ser tomadas desde la racionalidad. Por ello, necesitan de serenidad, de calma, de perspectiva. No pueden deberse al calentón, al impulso, a la visceralidad. Cosa distinta es que funcione la intuición, que es la parte no consciente de nuestro pensamiento. La intuición es útil; el impulso brusco, no.

- Comunicación. Para que una decisión gane en “sentido de justicia”, ha de ser explicada convenientemente. Esta voluntad de explicar a los demás nuestras decisiones nos hace ganar en autoridad moral, en credibilidad.

El Liderazgo se forja a partir de conductas como éstas. Cómo se toman las decisiones, cómo se explican, cómo son percibidas por los demás. No se trata de dejar contentos a todos (“No sé el secreto del éxito, pero el secreto del fracaso es tratar de contentar a todo el mundo todo el tiempo”, Bill Cosby), sino de que prime la honestidad y la humanidad, además de la humildad y el sentido del humor.

Me ha complacido que algún alumno (en concreto, Manuel) haya venido con la edición portuguesa del libro “Mourinho versus Guardiola” y me haya pedido que se la firmara, así como que haya venido a final de clase para decirme que había sido “un privilegio” tenerme como profesor ayer y hoy. La amabilidad de nuestros vecinos lusos me parece maravillosa. Os estoy muy agardecido.

Antes de tomar el vuelo para Madrid, he tenido un par de horas para caminar por el centro histórico de Oporto (avenida de los aliados, con edificios de Art Noveau; la plaza de la libertad, con la estatua ecuestre de Pedro IV; la catedral, con su “pelourinho” en la plaza; la iglesia de San Francisco; la iglesia “dos grilos”, por los hábitos de los frailes agustinos; el palacio de la bolsa; la estación de San Bento; la iglesia de los clérigos…), para disfrutar de una exquisita comida en el “Arroz de forno” (Rua Mouzinho da Silveira, 203); por supuesto, Arroz de forno con cabrito… y de visitar “la catedral de las librerías”, Lello & Irmao (Rua das carmelitas, 144). Fundada en 1906, tiene dos plantas, con una escalera maravillosa en el centro. Es uno de los símbolos de la ciudad, de su cultura, de su belleza.

Me llevo de este breve viaje a Portugal varios libros (la mayoría, en portugués sobre Mourinho), una equipación del Oporto (que me ha pedido Zoe), un CD de Helena Sarmiento (“Fado Azul”) y el recuerdo de personas encantadoras que luchan por hacer de este mundo un lugar mejor. Siento que volveré pronto a Oporto, a la Escuela de Negocios, a seguir aprendiendo de y con los ejecutivos portugueses.

De Fernando Pessoa, y en agradecimiento, esta Oda:

Para ser grande, sé entero: nada

Tuyo exageres o excluyas.

Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres

En lo mínimo que hagas,

Por eso la luna brilla toda

En cada lago, porque alta vive.