Dulces y amargados

De los cinco sentidos, el del gusto es el más íntimo; el que permite “interiorizar” lo que comemos, hacerlo nuestro. He comprobado con el tiempo que las personas, como las cosas (los alimentos) tenemos distintos sabores, como los que detecta nuestra lengua. Básicamente, hay personas “dulces” y personas “amargadas” (no amargas, porque no nacen así; pero sí amargadas con el paso del tiempo y el terrible peso del victimismo, del sufrimiento, de la ansiedad y la angustia… de la amargura, en definitiva).

Da gusto tratar con gente dulce, compartir vivencias con estas personas. Y ayudar a convertir un ser amargado en un ser dulce (a través del coaching, por ejemplo). Es un dolor sufrir (porque las emociones se contagian) a los amargados. Quiero pensar que en esto no hay “ley de Pareto” (un 20% de dulces y un 80% de amargados), pero quién sabe… En cualquier caso, es una elección personal con quién compartimos nuestro tiempo.

Esta mañana he cogido el avión a Alicante de las 7.50 h. En el aeropuerto de la ciudad mediterránea, ahí estaba Paco Carreras, un tipo dulce donde los hayas, con una sonrisa. Te imaginas a Paco sonriendo, feliz, disfrutando y presumiendo, sanamente, de su querida ciudad de Alicante.

Hemos ido a Fundesem, la Escuela de Negocios de Alicante, donde sus profesionales (Gabi, Juan Carlos, Pablo, Mariana, etc) son personas de lo más dulce, encantadoras. Un placer estar con ellos.

Clase de Liderazgo, Talento y Coaching con los alumnos del MBA Executive. Una gozada. Una clase muy participativa, que hemos dado Paco y un servidor, sobre la detección y selección del talento, las claves del liderazgo, el proceso de coaching, la diversidad en la práctica (diversigrama)… se nos ha pasado el tiempo volando. Muchas gracias a los alumnos de este Executive MBA: Santiago Almodóvar, Michael Amador, José Ballesta, Eva Iris Belmonte, Eduardo Cordero, Carlos Coronado, Miguel de Miguel, Beatriz Díaz-Carrasco, Marta Fagoaga, José Eduardo Figueroa, Alejandro García, Daniel Gutiérrez, Priscilla Gutiérrez, Mariola Martínez, Adrián Martínez, Álvaro Rodelgo, Rodrigo Rojas, Evgeny Shteyn, Patricia Sierra, Gustavo Sinning y Elizabeth Solanas. Un equipo estupendo.

He estado leyendo Hablar bien en público de una vez por todas, de Harold Zúñiga. Licenciado en Artes Escénicas por la Escuela Superior de Danza y Teatro de Madrid (empezó ingeniería de minas, pero su vocación es ésta), ha sido actor de teatro y televisión casi 30 años, bailarín y coreógrafo, y executive coach (en los últimos 17 años ha impartido sesiones de entrenamiento en habilidades de comunicación para empresas de la talla de Bankinter, BBVA, BCG, BMW, Cemex, GSK, Iberdrola, KPMG, Merck, el Ministerio de Economía o Pfizer.

El libro, muy útil y práctico, se divide en ocho áreas temáticas:

1. Poderes de relación social. Los cinco pilares de la comunicación: la escucha, la empatía (generosa, no sólo afable), la gestión emocional, la exposición eficaz, el seguimiento.

2. La relación con nuestras inseguridades. Frente a los ‘malos softwares’ (el miedo como compañero de viaje), ocuparse haciendo algo útil. No venderse sino ofrecerse (focalizar en lo que puede aportar), contar el contenido (relato), no soltarlo. Las 3 E para hablar bien en público son Energía, Entusiasmo y Empatía, más Espíritu de geisha (servicio) y Humildad (ni de más ni de menos).

3. El mapa de ruta o la estructura previa. Claridad en el objetivo y en lo que podemos aportar: el principio y el final como momentos especiales. “Una buena película debe empezar de tal manera que apetezca ver la siguiente escena” (la ley de Hollywood). “Un buen final puede hacer que una película mediocre sea recordada, y un mal final, que una buena película sea olvidada”. Las presentaciones se presentan, no se leen.

4. La atención al tiempo. Hacer ensayos en voz alta, mirar al reloj sin disimulo (“No hay nada más indecente que el disimulo”, Orson Welles). Más vale que queden dos mensajes claros que doce difusos.

5. La atención al entorno físico y los ensayos. Optimización de la pantalla, el portátil y el proyector. El 70% de la mirada debe estar con el auditorio. Los ensayos marcan la diferencia entre una exposición discreta y una brillante.

6. La gestión de preguntas. Esperar antes de responder. No actuar como pasando un examen, ni discutir ni halagar la pregunta.

7. El lenguaje básico del cuerpo. Escuchar = Entrenarse en captar. La lectura del Lenguaje No Verbal no es una ciencia exacta. “Respondemos más a las actitudes que a los contenidos. Las actitudes se reflejan en el cuerpo”. El caballo (el mal movimiento) y el jockey (el buen movimiento). Lo positivo: mostrar las palmas de las manos y sonreír.

8. Los entrenamientos de oratoria. Oratoria es el arte de hablar con elocuencia. Las tres (más una) ecuaciones lingüísticas son: Alta claridad + volumen adecuado = Mayor credibilidad; Control + dominio de las pausas = imagen de poder; La fortaleza de su mirada = feedback que se lleve de los oyentes. Ecuación cero: Hablar sobre un contenido que se domina = Sensatez.

El texto parte de la importancia del aprendizaje (“no se puede ser bueno en nada sin ser artificial”), de aprender por etapas, de tener cuidado con las falsas creencias (limitantes), de diferenciar la percepción propia y ajena, de atender a las emociones…

“Si quiere conmover, use sus emociones de forma auténtica (no sobreactúe, no ponga de más; simple y llanamente, transmita lo que sienta”, nos aconseja Harold Zúñiga.

Me parece un libro ameno, práctico y muy buen estructurado, para que mejoremos en una necesidad imperiosa.

Mi agradecimiento hoy a las personas dulces con las que he estado, que han hecho posible que fuera un gran día.