El Valor de la Estrategia

Jornada en Madrid preparando nuevas propuestas con el equipo por la mañana y en un proyecto de valores con una gran empresa española que me tiene entusiasmado.

En el Modelo Integral de Liderazgo, el primer elemento es El Líder como Estratega. En momentos de incertidumbre, es cuando más necesaria se hace una buena estrategia (“si no sabes dónde vas, ningún camino te lleva”, decía el gato de Chesire a Alicia). Hemos de tener en cuenta que una Estrategia no es necesariamente un Plan (“no necesitamos un plan, porque no somos edificios”, repetía D. Miguel de Unamuno): Estrategia es la labor del “Estrategós” (del general, del canciller en la antigua Grecia, cuyo mejor representante fue Pericles). Por tanto, estratégico es todo aquello que es importante para el/la que manda. Siempre hay estrategia, aunque sea cambiante, improvisada, ridícula o suicida. Una estrategia sensata, clara, bien difundida, es imprescindible.

Repaso el Plan Estratégico de una de las grandes ciudades de nuestro país a la que no voy a hacer (mala) publicidad. Me ha parecido totalmente amateur. Un conjunto de entrevistas a “grupos de interés” que desembocan en una serie deshilvanada de acciones aisladas. No hay Misión, Visión ni Valores. No hay Mapa Estratégico, no están las cuatro perspectivas de un Cuadro de Mando Integral (en una ciudad, resultados para los ciudadanos, clientes –incluye visitantes-, procesos –eficientes e innovadores- y talento –individual y colectivo: cultura, clima, compensación y cooperación), no hay Metas, Objetivos ni Indicadores, no hay un SGE (Sistema de Gestión Estratégico) que conecte los objetivos con los presupuestos, el sistema de reporte y la compensación; no hay "Océanos azules" ("la Estrategia es Diferencia", Michael Porter); no hay un Reporte Ejecutivo que presentar a los votantes... Con todo respeto, me ha parecido una pseudo-estrategia chapucera que al ayuntamiento en cuestión no le va a ayudar demasiado más allá del maquillaje.

He retomado, a estos efectos, un artículo de un servidor publicado en su día en Expansión & Empleo, Sé cómo hicisteis la última estrategia. Creo que sigue de actualidad. Es el siguiente:

"En un anuncio de televisión, un viandante le pregunta a otro si le importa echarle una mano para cruzar la calle. Por supuesto, acepta. Los dos son invidentes y el riesgo se multiplica. El anuncio concluye: “peor que carecer de información es creer erróneamente que se cuenta con ella”.
Algo similar ocurre con las estrategias de la mayor parte de las organizaciones. En un entorno globalizado, de desarrollo tecnológico acelerado y crecientemente incierto, es innegable la necesidad de planificar estrategias para alcanzar las metas deseadas. Sin embargo, los directivos suelen diseñar estrategias que es prácticamente imposible que se implanten con eficacia, porque son como jugar a la lotería con un envoltorio pseudocientífico. Han pasado diez años desde el Cuadro de Mando Integral de Norton y Kaplan y desde que Daniel Goleman popularizara el concepto de Inteligencia Emocional; por ello, muchos conceptos estratégicos han quedado obsoletos. Concretamente, las compañías suelen cometer respecto a la estrategia cinco grandes errores:
- Fijarse más en el entorno que en el “intorno”: Los planes estratégicos dedican, con frecuencia, más esfuerzo y tiempo a analizar lo externo que a considerar las posibilidades reales. En el siglo XXI la clave está en aprovechar el potencial organizativo, el talento latente. No hay mercados maduros, sino jefes incapaces de aprovechar lo que tienen. Aunque la tarta del mercado fuera más pequeña, podríamos quedarnos con una porción más grande… si nos lo proponemos de verdad.
- No descender a las grandes causas: Abundan los objetivos de resultados y de mercado (cuota, satisfacción del cliente) sin profundizar en los procesos (que han de ser tan innovadores como eficientes) ni en las personas, las verdaderas causas. Si no se trabaja la cultura corporativa actual y deseada, el clima laboral o la gestión del conocimiento, si no se analizan las competencias de los profesionales ni su compensación (esas variables que muchos directivos desconocen y muchos directores de recursos humanos convierten en sistemas rutinarios sin propósito estratégico), la estrategia es un mero brindis al sol.
- Tratar de imitar y no de tener una voz propia: Las estrategias suelen buscar parecerse al líder (lo que Ridderstrale y Nordstrom llaman “capitalismo de karaoke”) y no ser diferente, que es precisamente un rasgo distintivo del liderazgo. El benchmarking (herramienta profusamente utilizada en los planes estratégicos) no puede ser una excusa para la falta de imaginación o de atrevimiento.
- Centrarse en lo intelectual, despreciando lo emocional: La estrategia suele ser fría, aburrida, excesivamente numérica. Los retos han de ser ilusionantes, apasionantes, capaces de entusiasmar a las personas para que den lo mejor de sí mismas. En la vida real la calidad de la ejecución determina la calidad de la decisión.
- Creer que la estrategia se ejecuta sola: El diseño (incluso un diseño estratégico completo, enfocado hacia el potencial) es sólo el comienzo. Son imprescindibles los procesos de participación de los profesionales a todos los niveles, la comunicación (escucha atenta y emisión de mensajes), el desarrollo de la confianza y un liderazgo versátil.
Una estrategia casi exclusivamente financiera y marketiniana, que ignora su capacidad de liberar el talento colectivo, está destinada a generar lucro cesante. Desgraciadamente, la contabilidad tradicional no sabe recoger el coste de oportunidad de no hacer las cosas adecuadamente.”

Todos y cada uno de nosotros, individual y colectivamente, necesitamos una buena estrategia para salir adelante. Si nos falta, tenemos un serio handicap en un mundo cada vez más global, tecnológico y competitivo.