Tejiendo la red

Como Zoe hoy no tenía clase (muchos niños han celebrado hoy viernes la festividad de Santo Tomás de Aquino), se ha venido a Eurotalent por la mañana y, después de comer, a la Escuela de Negocios del CEU por la tarde. Se ha puesto a hacer un periódico (le gusta dirigir una publicación, como Gerónimo Stilton).

El blog genera continuidades maravillosas. Respecto a la jornada de ESIC de anteayer, Javier Ramírez, con quien tuve la oportunidad de charlar sobre el entusiasmo y el compromiso, me recuerda su experiencia en Génesis (HayGroup impulsó la descripción y valoración de puestos, así como los perfiles de competencias, en el lanzamiento de esa aseguradora en España) y me habla de amigos comunes como Jordi López Daltell, autor de Creo, luego creo. Tuve ocasión de escribir en el prólogo de esa obra que “es el tiempo de los valientes”. Así lo cree Javier, y esa apunta a ese esfuerzo por hacer de este mundo un sitio mejor.
Henry Trull, del Instituto de Marketing de Servicios, me comentó en el cóctel posterior a la misma jornada en Valencia que Enrique V (el protagonista de la batalla de Agincourt que simboliza la gestión del compromiso: un proyecto ilusionante –la gloria- y credibilidad –la del propio rey) fue el primer monarca de su país que utilizó el inglés para dirigirse a su pueblo. Hasta entonces, las clases altas hablaban en francés o en latín. En un correo electrónico de ayer por la mañana es aún más preciso: Enrique IV de Inglaterra (que usurpó el trono a Ricardo II) fue el primero en utilizar el inglés en un discurso, pero fue su hijo, el famoso Enrique V, el que desplegó el inglés como elemento estratégico. Henry comenta que el rey Enrique V logró sus objetivos en menos de una década, pero que su sucesor Enrique VI despilfarró lo conquistado (como en muchas empresas familiares, comenta Henry con ironía). Mr. Trull me habla en el mencionado correo del modelo cultural de Hofstede, en el que se demuestra que los latinos evitamos la incertidumbre mucho más (y de manera diferente) que los anglosajones, lo que dificulta la implantación de modelos como la Dirección por Objetivos. Estoy plenamente de acuerdo. Repasaré el modelo de Hofstede, que lo tengo bastante olvidado (en mi libro En un lugar del Talento, en el que hablaba de modelos culturales, utilicé el de Trompenaars y Hampden-Turner).

Agustín Aguilar, experto en desarrollo del talento, coach y excelente bloguero (www.tucoachenvalencia.blogspot.com) comentaba en su espacio en la red la conferencia sobre Talento e Incertidumbre. Gracias por una síntesis tan completa y el cariño de amigo y “brother in arms” en esto de humanizar las organizaciones. Cerraba su post con las sabias palabras del gran Fernando Riaño: “Unas veces se gana y otras se pierde”.

Somos muchos en esto de profesionalizar las empresas, de mejorar las relaciones personales, de avanzar en la inteligencia emocional, de cambiar el mundo mejorándolo. Estamos tejiendo, a toda velocidad, una red muy tupida de la que podemos sentirnos muy orgullosos.

Ya en casa por la tarde-noche, me he leído el libro de Antoni Gutiérrez-Rubí Micropolítica. Ideas para cambiar la comunicación política. Se trata de un opúsculo (58 páginas) que recoge cinco artículos publicados por Antoni en la Revista de la Fundació Rafael Campalans entre 2007 y 2009. Cinco conceptos clave para la comunicación. El primero se titula La política de las emociones y sintetiza el debate actual sobre el uso emocional del lenguaje (Frank Luntz, Drew Westen, George Lakoff): “Las emociones afectan nuestra manera de ver y pensar el mundo” (Javier Cantero, Para qué sirven las emociones). Antoni cita a Felipe González: “Para liderar el cambio es imprescindible hacerse cargo del estado de ánimo de los otros”. El autor concluye el artículo con esta síntesis: “Primero, encontrar las palabras que emocionen y que acierten en el diagnóstico y en la propuesta, creando los marcos conceptuales que nos permitan seguir avanzando en la comunicación política. Segundo, vivir la experiencia política con pasión, ilusión y entusiasmo contagioso, abriéndola para acercarnos a las vivencias de nuestros conciudadanos y construyendo, desde esa proximidad, un liderazgo proactivo. Tercero, explorar el caudal cognitivo de las emociones para establecer un nuevo relato y un renovado compromiso político y cívico. Y finalmente, comprender los mecanismos neurológicos y sensoriales que articulan nuestra percepción y nuestro conocimiento.” Brillante. Todo esto nos falta en debates tan cutres como el mal llamado “cementerio nuclear” (como ha comentado hoy Susanna Griso en “Espejo Público”, se parece al “Gran Prix”), el de las pensiones, el de la inmigración, etc.
El 2º capítulo trata de La política del relato. “El relato, la narración, es la clave de todo” (Stanley Greenberg). El relato es, para Antoni, una oportunidad política (“Los mercados son conversaciones”, Cluetrain Manifesto). Para una consrucción democrática del relato político, nos propone centrarnos en los marcos conceptuales (frames), en los valores, en las palabras, en el liderazgo (no puede haber un líder sin un relato) y en las imágenes. “El mundo de hoy necesita más que nunca historias para ser compartidas. Palabras para cambiar el mundo”, nos dice Antoni.
La 3ª: Los tristes no ganan las elecciones (ni lideran, ni seducen, ni convencen). Ahí queda eso. El autor repasa la “historia de la risa” desde Galeno (que consideraba que era la mejor medicina) a Platón (la risa es un placer a controlar) y a Aristóteles (el hombre es el único animal que ríe), y a El nombre de la rosa, de Umberto Eco (la risa es subversiva al poder). Obama concedió su primera gran entrevista a Jay Leno. “La sonrisa es belleza natural, humana, relacional… y la belleza es –a la vez- fuente de conocimiento”, escribe Antoni. “Una sonrisa es el primer paso a la libertad del hombre” (Jaume Sanllorente, Sonrisas de Bombay). Para el autor, “la política debe ser…, también, bella” porque “la política que gana (comvence y seduce) contagia ilusión. Y el ánimo es energía movilizadora”.
El 4º capítulo trata sobre la memoria: Vivir las ideas (políticas) para combatir el fragmento y el olvido. Aristóteles decía que la memoria estaba alojada en el corazón (y en cierto modo es así, porque está en el sistema límbico, el de las emociones). “La memoria no garantiza el recuerdo si no es emocional”. Vivir las ideas es compartir emociones.
Y el 5º es La neuropolítica: conocer el cerebro para liderar las ideas. Habla de la neurociencia (cada uno tenemos 100.000 M de neuronas y cada una, 1.000 conexiones que forman un determinado circuito). La neuropolítica como base de la acción transformadora”, nos propone Antoni. “Las emociones tienden a anticiparse para definir las decisiones políticas de las personas, y las emociones positivas liberan el camino para el ingreso de mensajes que confirmen las ideas preconcebidas, mientras que las negativas parecen conducir s la reflexión, aunque no modifiquen el sistema de creencias” (Ted Brader, Teoría de la Inteligencia Afectiva).

Emociones, Relato, Alegría, Memoria, Cerebro. Cinco grandes ideas que deberían cambiar la comunicación política. Deseo muy de veras que sea así.