Conductas y actitudes

Sábado familiar (esta semana ha sido Santa Isabel, el santo de mi madre, y por ello mis padres nos han invitado a comer a su casa a hijos y nietos). Vuelo de las 9.30 Barcelona-Madrid (también puntual), me he comprado (y leído) otra vez La pelota no entra por azar, de Ferrán Soriano (Presidente de Spanair, ex VP del Barça), para repasar conceptos futbolísticos y empresariales y he pasado la mañana con Zoe, que es una fan de los “skates” (pequeños monopatines que los niños intercambian y juegan con ellos).

Por la tarde hemos visto Los sustitutos, una película de ciencia-ficción con Bruce Willis (nada del otro mundo) y los partidos del Real Madrid (contra el Racing) y el Barcelona (contra el Athletic).

Uno de los últimos libros leídos que más me ha gustado es Conductas y actitudes, de Carlos Castilla del Pino. El difunto Castilla del Pino no pudo terminar la revisión final del libro (falleció el pasado 15 de mayo). Una obra magnífica, en la que el autor repasa “formas de conducta” en nueve capítulos muy interesantes: la diferencia entre cara y rostro (“la cara se define por sus rasgos y, por tanto, por su estabilidad; el rostro lo definimos por el gesto, es decir, por su versatilidad”), entre ver y mirar (la diferencia entre sentir y percibir, como entre oir y escuchar, oler y olfatear, tocar y palpar…), la identidad (la “personajeidad” o hiperidentidad que caracteriza al personaje), la extravagancia (que lo es para los demás; nadie se autocalifica así), la impostura (“la vida pública requiere una forma de impostura, aunque de tal índole que la distingamos por lo general de la que consi deramos impostura propiamente dicha”; la relación interpersonal no se basa en las evidencias sino en la confianza, G.H.Mead), la obscenidad (“es obscena la actuación considerada como tal por el propio actor, con independencia de la consideración que les merezca al espectador o al receptor de la misma”), sospecha, suspicacia, paranoidia (“la única y verdadera libertad está en la intimidad. Dado que ésta es inaccesible, el poder sobre los demás es tanto o más limitado cuanto más amplia es la intimidad, cuanto más se reserva.”), la envidia (un tipo de comportamiento que deviene en una forma de vida, la del envidioso) y el odio (“nuestra vinculación con los objetos lo es tanto con los que amamos, tratamos de poseer y cuidamos de retener, como con los que odiamos, tratamos de apartar y pretendemos incluso destruir de forma que no puedan aparecer jamás en nuestro mundo.”).

El profesor Castilla del Pino, en la página 182, nos enseña una ecuación que relaciona confianza e incertidumbre

+ Inf / -Inf = K

En donde +Inf es la información que poseemos, -Inf la información de que carecemos y k el grado de confianza. Al aumentar +Inf, disminuye –Inf y K se hace mayor (y a la inversa). “El valor hipotético de k (grado de confianza) es el de la entropía del sistema creado por los interactores. K es virtual, imaginario, porque no podemos obtener realmente la Inf obtenida y la Inf por obtener. Por eso es “fianza”, es “fe”, una apuesta personal.

Excelente el libro póstumo de Carlos Castilla del Pino. De su talento como escritor (ensayista, novelista) dio prueba que durante cinco años ocupara el sillón Q como académico de la Lengua. Su Teoría de los Sentimientos me parece una lectura imprescindible.

"Los sentimientos son los instrumentos de que dispone el sujeto para estar interesado en los objetos que le rodean. Sin los sentimientos seríamos prácticamente muebles.", Carlos Castilla del Pino (1922-2009).

Y de Conductas y Actitudes (páginas 28-29): “¿Qué pasaría en este mundo si no mantuviéramos un alto grado de opacidad, aún sin proponérnoslo? Pues nada más ni nada menos que seríamos transparentes, que iríamos por la vida desnudos, absolutamente indefensos, despojados de intimidad. Nos desasosiega que la persona que amamos esté incapacitada para detectar cuánto le amamos y lo sincero que es nuestro amor. Pero ése es el precio que pagamos por que la persona a la que detestamos esté igualmente incapacitada para saber a ciencia cierta hasta qué punto la despreciamos o hasta odiamos.
En suma, que las cosas están bien como están”.