Para ser un buen Consultor

Domingo apacible en esta ciudad de Madrid. Esta mañana he ido a ver Siete almas, la última película de Will Smith, con Gabriela Muccino, el director de En busca de la felicidad. No me ha gustado demasiado. La cinta abusa de la música (una música no demasiado apropiada) para generar emociones en el espectador. Quiere repetir el éxito de En busca… (más de 300 millones de dólares de recaudación y una nominación al Óscar), pero no creo que ni se acerque. De la película, lo mejor es Rosario Dawson (Emily, la chica de la que el protagonista se enamora) y un breve Woody Harrelson. En fin, me temo que Siete almas no pasará a la historia.

De la prensa del fin de semana, me quedo con el artículo de Francisco Alcaide en Cinco Días Raúl, un ejemplo para directivos, que destaca del capitán madridista las siguientes cualidades:
- Mentalidad ganadora
- Ambición
- Tolerancia a la presión
- Convicción
- Inteligencia
- Valentía o atrevimiento
- Humildad y generosidad
- Resistencia
- Trabajo
- Deportividad o ética.
Un artículo completísimo y muy didáctico. En el mismo diario, la columna de Paz Álvarez, ¿Sobrevivirá Apple a la marcha de Jobs? Mucho hablar del trabajo en equipo, pero parece que en esta admirable compañía el éxito depende sólo del Consejero Delegado, viene a decir esta magnífica periodista.

En Expansión & Empleo, Douglas McEncroe habla de la película Australia: “La lucha por combatir cualquier adversidad”. Douglas utiliza esta cinta de su país para recordarnos que “en la empresa se necesitan proyectos que inspiren a las personas” y que “ya es hora de reconciliarse y encontrar un liderazgo capaz de unir por encima de los intereses propios”. Excelentes comentarios.

De El País Negocios, me quedo con la entrevista de Borja Vilaseca al consultor argentino Fredy Kofman: “La crisis es una crisis de conciencia”. Kofman define la inconsciencia como “una conciencia parcial, orientada al corto plazo, que ciega a las personas, a las organizaciones y a los Estados, impidiéndoles ver las consecuencias que tiene su forma de pensar, de hacer y de vivir en el medio y largo plazo”. Para pasar de la inconsciencia a la consciencia hace falta autoconocimiento y desarrollo (revisar sus creencias sobre cómo gestionar a las personas). “El fin es construir valor a través de valores, convirtiendo el conocimiento en actitudes y conductas conscientes.”

También en El País Negocios, José Medina (presidente de Ray & Berndtson) contesta a la pregunta ¿Qué hace falta para ser un buen consultor? Respecto al perfil hard de conocimientos, experiencia y capacidades, debe contar con una extensa red de contactos y una buena capacidad de comunicación, con orientación al cliente y al servicio, así como un profundo conocimiento técnico de su área. Del perfil sofá, que es lo más importante de todo: dar soluciones globales, escuchar, actitud de ayuda, responder en la misma longitud de onda y sobre todo vocación. “Si realmente le atrae la consultoría va a aprender, trabajar más, pero a gusto, divertirse, ser su propio jefe, controlar más su vida y futuro y, si Dios quiere, ganar más de lo que pensaba”. Buenos consejos. Los que no se convierten en buenos consultores son aquellos que, cuando estaban en línea, despreciaban la consultoría y creen que uno se convierte en consultor sólo porque lo ponga en su tarjeta.

En El Mundo, Ignacio Amestoy entrevista a Javier Huerta, Director del Instituto del Teatro de Madrid: “Las crisis son muy teatrales”. Es un catedrático que se confiesa erasmista, que es autocrítico (“en el teatro actual falta lo que sobra en el fútbol: pasión; la que había en el Siglo de Oro y en tiempos de Arniches”) y defensor de lo nuestro (“quite usted las tradiciones y verá en lo que queda España: una mala copia de la aldea global”).

En el ABC, Javier Hernández entrevista a Edurne Pasabán. La alpinista guipuzcoana está a tres ochomiles de lograr escalar los catorce del planeta. “Después de la Ingeniería técnica, el master en Esade y el MBA, ahora estoy con el caching, en primer curso”. En Infoempleo (también en ABC), Rosario Sepúlveda escribe sobre Triunfadores que no sobreviven a las trampas del éxito. Cita a la psicóloga Mª Jesús Álava y a un servidor: “Hay que tomárselo como un juego, lo malo es que cuando estás arriba, resulta difícil”.

En el XL Semanal (la revista dominical de Vocento), Isabel Navarro tarta el tema de los idiomas en su artículo Planeta políglota. Entre otros casos, el de Isabel Simonet, directora de Eurotalent, que ha educado a sus hijas en inglés, sueco y español. Maravilloso.

Y, por supuesto, Obama, que tomará posesión pasado mañana como 44º presidente de los Estados Unidos. En Público, se le llama El hombre más esperado. Nueve reflexiones sobre un líder: “Me criaron como indonesio y hawaiano y como negro y blanco. Tengo el beneficio de la multiplicidad cultural”, “Mi madre veía la religión como un obstáculo para llegar a valores más generales, como la tolerancia”, “Mis valores están enraizados profundamente en las tradiciones progresistas”, “¿Habrá alguien que me vote porque soy negro? Por supuesto, pero, por mis ideas, tampoco lo haría si fuese blanco”, “La guerra en Irak ha sido defectuosa, y ha causado un daño enorme a nuestro prestigio en el mundo”, “La educación es buena no sólo para nuestro futuro económico, sino también para la vida”, “La defensa del medio ambiente no es un tema blanco o negro; es un asunto en el que todos tenemos algo en juego”, “Supongo que todo ello, el tema de la fe religiosa, es para mí un viaje espiritual, pero también intelectual”, “La gente tiene hambre de un tipo distinto de política, basada en los ideales que ayudaron a fundar este país”.

En el Magazine de El Mundo, Charlotte Higgins y Anthony Gonzalez analizan las mejores citas de las intervenciones de Obama, a quien llaman El nuevo Cicerón, junto a fotos muy poco afortunadas de Obama en 1980.

Y en El País Semanal, Obama Presidente. Comienza la ilusión, con comentarios de Richard Ford (“es reconfortante pensar que, al ser elegido, Obama ha clavado una estaca en el corazón del racismo”) y de Manuel Vicent, que nos recuerda el decálogo de Lincoln (“No se puede crear prosperidad desalentando la iniciativa propia. No se puede fortalecer al débil debilitando al fuerte. No se puede ayudar a los pequeños aplastando a los grandes. No se puede ayudar al pobre destruyendo al rico. No se puede elevar al asalariado presionando a quien paga el salario. No resolverá usted sus problemas gastando más de lo que gana. No se puede promover a fraternidad humana incitando al odio de clases. No se puede garantizar una adecuada seguridad con dinero prestado. No se puede formar el carácter y el valor del hombre quitándole su independencia e iniciativa. No se puede ayudar a los hombres realizando por ellos permanentemente lo que ellos pueden y deben hacer por sí mismos”).

De momento, Obama llega a Washington D.C. en tren, como Lincoln.

Citando a Luther King (como hace Borja Vilaseca, doblete, en un gran artículo de El País Semanal, Dejar de QUERER para empezar a AMAR): “Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional tendrán la última palabra”.