The Land of Leadership

Anoche estuvimos cenando en uno de los restaurantes emblemáticos de la Ciudad del Viento: Morton’s.The steakhouse. Me encantó que, además de darnos la carta, el camarero vino con un carrito y nos enseñó el marisco (la langosta estaba viva), las hortalizas y las distintas carnes, cada una en un plato, recubiertas por plástico. Pura "era conceptual". Todo un artista estimulando nuestro hemisferio derecho del cerebro a través de la imagen.

Esta mañana, sesión de trabajo con el equipo de Eric, perteneciente a una de las farmacéuticas más importantes del mundo. Se trata de una docena de profesionales, de las más variadas procedencias (India, Australia, Rusia, Francia, Estados Unidos, Brasil) que han de potenciar una marca dentro del Grupo, con un impacto decisivo en las vidas de centenares de miles de pacientes, en el trabajo de miles de médicos y en la sociedad en su conjunto. Eric nos ha convocado en un Centro de negocios llamado Summit, en pleno centro de la ciudad, en la Avenida Michigan.

Con Eric llevo trabajando prácticamente 10 años. Es un gran fan de La sensación de fluidez y en todos los equipos que ha dirigido (en varias empresas y durante los últimos cinco años en la misma compañía) comienza la creación del equipo con una sesión que él llama “filosófica”. Tras la rueda de expectativas de todos los participantes, ha hablado de su forma de dirigir (que es una maravilla, por cierto; profunda y desenfada al mismo tiempo), de los resultados que espera conseguir, del “tempo” para lograr las cosas, y ha presentado un vídeo precioso sobre Urdaibai, Txopebenta (el agroturismo donde se ambienta La sensación de fluidez) y algunos pasajes del libro. En este vídeo, la reserva de la biosfera de Urdaibai se ha definido como The Land of Leadership (La tierra del Liderazgo).

Más tarde, durante un par de horas hemos trabajado cómo crear un equipo de verdad, de alto rendimiento, en este “cambio de época”. Hemos tratado la importancia del Liderazgo en la práctica (mayor que nunca, en un momento histórico en el que el talento es más escaso que el capital); hemos definido el talento, especialmente el talento directivo; hemos hablado de la estrategia y la gestión del cambio; de las emociones y la inteligencia emocional; de la comunicación (escucha atenta, capacidad de expresarnos); de que el líder no nace ni se hace sino que se “forja”; del desarrollo a través del coaching; de que no hay equipo sin líder ni líder sin equipo; de la autoridad moral frente a la formal; de las siete actividades de liderazgo y del “índice Gottman” (emociones positivas y negativas que provocamos en los demás); de la responsabilidad del líder en la felicidad y en la educación (el crecimiento, el aprendizaje) de los miembros del equipo… Ha sido apasionante trabajar una vez más en un entorno tan internacional, en la primera sesión de trabajo de un equipo estratégico.

Hemos almorzado juntos en la cafetería del Summit. Por la tarde, cada uno de los integrantes del equipo ha hecho su presentación. Durante esas 2-3 horas he aprovechado para ir a la Torre Sears, el edificio más alto de Norteamérica, con una vista fabulosa.

Chicago es una ciudad con un montón de posibilidades. Su Universidad alberga a 70 Premios Nóbel, más que ninguna otra institución académica del mundo. Es la ciudad de Risky Business, de los Blues Brothers, de El Fugitivo, de Al Capone, del jazz, de los Bulls y los Cubs, del nacimiento de la bomba atómica, de Duke Ellington, Charlton Heston, Oprah Winfrey, de Obama… Unos 2’7 millones de habitantes (8 millones en el Gran Chicago) nos ofrecen todo tipo de contrastes.

A las 6, vuelta al Summit Center para compartir con Eric y su equipo una serie de vídeos sobre equipos que ha liderado anteriormente. Nos ha contado que un jefe suyo, después de 35 años de trabajo, se retiraba y él y otros compañeros querían hacer un vídeo de homenaje. Sólo encontraron una decena de fotos en tres décadas y medio de trabajo. Por eso, él graba prácticamente todo: para que quede constancia.

Así es el mundo conceptual, el de las imágenes y las emociones. Creo que su gente no estaba muy acostumbrada a un liderazgo así.

Como fin de la jornada, todos juntos hemos ido a cenar a las 8 a un restaurante franco asiático, Le Lan (lan en vietnamita quiere decir orquídea). Está en la calle Clark, en un sitio precioso (www.lelanrestaurant.com) Teníamos reservada una mesa en la planta de arriba, frente a un maravilloso y antiquísimo mandala de madera. La maitresse nos ha contado las especialidades de la carta. He tomado una sopa de coco y conejo. Lo hemos pasado estupendamente bien. Una velada muy especial.

A eso de las 11, nos hemos retirado el Sofitel Chicago Water Tower, uno de los tres mejores hoteles de la ciudad. Cómodo, céntrico y con un servicio exquisito.

Ha sido un largo día. El del comienzo de un nuevo equipo.